Imaginativa naumaquia

Luces y razones

Imaginativa naumaquia
Imaginativa naumaquia / Antonio Lao

Los emperadores romanos eran dados al espectáculo de las naumaquias. O acaso no lo fuesen, pero les interesaba patrocinarlo como una colosal forma del “pan y circo”. Así, Julio César hizo construir una descomunalpiscina, cerca del Tíber, en la que se representaban batallas navales, con embarcaciones a muy corta distancia y miles de combatientes y remeros, que eran prisioneros de guerra y podían morir en pleno espectáculo. Incluso se celebraron estas sanguinarias actuaciones en los anfiteatros, con menos barcos y guerreros, generalmente elegidos entre condenados a muerte; sin que todavía se conozca bien la manera de inundar los antiteatros para tales representaciones. El Mediterráneo no esa una piscina mayúscula, ni estos dos barcos van a participar en un espectáculo festivo, pero, al contemplarlos desde la arenosa tribuna de la playa, quizás abran las puertas de la imaginación para que esta anuncie una naumaquia cuyo transcurso se resuelva por mor de una ingeniosa inventiva, de una fantasía creativa a la que serán ajenas las tripulaciones de esos dos barcos que parecen fantasmagóricos en lontananza. Incluso no harán falta tan antiguas evocaciones históricas, sino que basta precisamente la distancia o la apariencia de lo que solo se entrevé para que la realidad mute en ficción y esta represente, eso sí, una atractiva, por irreal, invención.

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