A Vuelapluma
Ignacio Flores
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Ramón Fernández Pacheco, flamante consejero de Agricultura de la Junta de Andalucía, ponía el dedo en la llaga. No voy a reproducir con exactitud sus palabras, no vienen al caso, pero si me van a servir para reflexionar en torno al permanente intento de politizar todo el sistema agrícola y sus problemas. Un intento que llega de todas las partes y de ninguna, buscando un rédito cortoplacista sin sentido, pero que daña la imagen, y de qué manera, de un sector que lo único que busca es la supervivencia, alimentar a los ciudadanos y, si se puede, obtener ganancias para seguir adelante. El orden se lo pueden poner ustedes. Al final el producto, el argumento, el criterio, va a ser el mismo: supervivencia. Obtener réditos de un trabajo tan antiguo como la humanidad misma y que unos y otros se empeñan en pervertir o prostituir, elijan el término que más les convenga, para avanzar de forma torticera hacia el camino menos recto y plagado de baches.
Los problemas del campo no son de izquierdas ni de derechas, afirmaba el consejero de Agricultura. Una reflexión a tener en cuenta y que, bajo mi punto de vista, es de lo más sensato que he escuchado en años. Otra cosa es, señor consejero, que todos tengamos claro que la agricultura andaluza, la almeriense, la nacional o la europea, vaya por estos derroteros. Los agricultores, en su mayor parte, seguro que están con usted y con sus argumentos. No me cabe la menor duda. Otra cosa son aquellos que los dirigen o intentan controlarlos. Iba a decir pastorear, por seguir con términos ganaderos y agrícolas, pero más de uno se puede molestar, y no es el caso. Pero hablemos de hechos concretos. Por ejemplo los problemas de agua que tienen los agricultores de Níjar. La defensa de una solución por parte de los afectados ha sido en algunos círculos entendida como un intento de la oposición por capitanear el desgaste del gobierno regional. Y nos olvidamos, y usted lo define de forma correcta, de que la sed de los campos no es de derechas ni de izquierdas, es sed al fin y al cabo. No tiene ideología
Dicho esto, y para que nadie se llame a engaño, no logro entender tampoco como es posible que el Gobierno o el Ministerio de Transición Ecológica no prevea que los bastidores de la desaladora tienen fecha de caducidad y no haya uno de repuesto para resolver el problema con inmediatez. Tampoco me explico cómo es posible que se conozca que la desaladora de Carboneras está obsoleta y nadie haya sido capaz de destinar ni un euro a adaptarla a los tiempos que corren. Sea como fuere señor Fernández Pacheco, le compro la idea. Avancemos en la búsqueda soluciones a la sed, soluciones que no tienen ideología, excepto de aquellos que buscan, y usted lo sabe, hacer negocio con el agua. Un negocio, permítame la expresión, que puede ser ruin si no se ponen las medidas necesarias y las restricciones pertinentes para alejar a los amigos de lo ajeno, que por desgracia abundan.
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