Es la hora de la siesta

27 de agosto 2024 - 03:08

El presente mes de agosto, mes vacacional por excelencia, se nos está yendo de las manos. Para unos queda esta semana que estamos, para otros van desmenuzando los días para esas soñadas y merecidas vacaciones de verano. Son fechas muy propicias para la ansiada siesta, que debemos de practicar durante todo el año.

Según Scientific American, una siesta corta, después del almuerzo, mejora el ánimo y las funciones cognitivas, alivia el estrés, despeja la mente y aumenta la capacidad creativa. Visto lo visto amigo lector, todos deberíamos incorporar la siesta a nuestro estilo de vida porque, después, se produce una gran actividad cerebral en el hemisferio derecho que ayuda a resolver dificultades, nos hace más productivos y mejora el estado de ánimo. La siesta tiene muchas ventajas y ni un solo “pero”.

El tiempo ideal de la siesta es de veinte minutos. Los cinco primeros minutos sirven para relajarse, los diez siguientes para dormir y los cinco últimos para despertarse.

No hacerla más larga ni demasiado tarde para que no interfiera en el sueño de la noche. Esta duración hace que el sueño no sea demasiado profundo y permite “recargas las pilas” sin tener después la sensación de tener la cabeza embotada típica de las largas siestas, en parte por caer en un sueño profundo. Aprovechar el sopor de después de comer para relajarse, es la mejor forma de reanudar con energía la jornada vespertina.

Una buena higiene del sueño pasa por dormir ocho horas todas las noches, si no, la somnolencia por no haber dormido y descasado por la noche, provoca mal carácter, dificulta la resolución de adversidades y puede ser la causa de numerosos accidentes, principalmente de tráfico.

La siesta es unos de los placeres de la vida. Disfrutemos de nuestra dieta mediterránea, de nuestras relaciones humanas, de nuestra forma de ser y de nuestra siesta. Hagamos proselitismo de nuestra cultura.

Leonardo da Vinci contaba a sus discípulos que la siesta aumentaba la creatividad, Einstein decía que era un lujo para la salud física y mental, Camilo José Cela la consideraba el yoga ibérico, hasta Napoleón fue un acérrimo defensor de la siesta. Propongamos un gran pacto para adecuar el horario a nuestros hábitos laborales, académicos, familiares y sociales.

Algún día llegará que nos lo agradecerán. Incluso podría llegar a declararse Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Ah, si no al tiempo.

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