De hombres y mujeres

Una raya en el mar

El otro día, 8M, era sábado, un día festivo que en Almería arrastra la herida de permanencia del feminismo almeriense, abierta hace tres años a cuenta de la “ley trans” y la fallida abolición de la prostitución.

Pero el sábado pasado sentí una pulsión extraña a causa de un peligroso sentimiento revanchista que vengo escuchando en bares o entre nuestros jóvenes estudiantes de secundaria y universidad, como si presintiera que la biografía de un día tan solidario como el del 8M no emanara de aquella ola que nació de la etiqueta twiiter #MeToo.

El otro día, sábado, me hubiese gustado celebrar un día unido por los mismos derechos de las mujeres, el colectivo LGTBIQ+ y las personas migrantes; un día como eran los días de las manifestaciones de antes, que eran materia lujosa y orfebrería delicada, que olían a tiza, un poco a sudor, un poco a tinta, un poco a oficina y un poco a sábanas recién planchadas.

El otro día, sábado, parecía sentir que la mañana estaba bien, el desayuno a punto, que tus amigos estaban bien, que las calles bullían y todos parecíamos estar bien y hasta una lluvia amenazante se detuvo porque todo parecía estar bien a pesar de los gestos que ahondan la división del movimiento feminista, como si un dragón hundiera sus colmillos entre las palabras, las ideas, las frases y los gestos. Por gestos así sentí el otro día, sábado, el corazón humedecido y la garganta cargada de ruidos que querían ser un grito contra la unidad de acción perdida, que recosa heridas antes que la gota malaya de la ultraderecha escudriñe vuestras vidas, también las nuestras, para convertirnos en villanos.

Os sobran fuerzas para pelear por vuestros derechos y por los derechos de otros que, como vosotras, arrastran el desprecio de un mundo envalentonado por seres tan extractivos como los Miley de la Argentina, capaces de dividir a las personas según su cociente intelectual, o la América “profunda” de Elon Musk y Trump y sus seguidores del nuevo orden como Meloni, Putin, Orbán, Le Penn, Netanyahu, Herbert Kickl o nuestro patriota Abascal, todos ellos viajando al pasado. Incluso hasta Almería, desde la institución municipal, se desplegaron iniciativas que no debieron abrochar día tan memorable con gestos tan contradictorios que arrastraban la fuerza de un tifón. El otro día, sábado, cuando terminó la última manifestación del día vi en la columna habitual de un periodista de la ciudad su sonrisa de hiena contra cierta izquierda complicada en abusos de poder, incapaz de distinguir que la violencia es estructural y no hace distinciones. Entonces, tuve la imagen estremecedora de estas hienas del periodismo rancio como la de un lápiz tachando con rabia vuestra imagen de mujeres libres.

stats