Pues yo lo veo así
Esteban Requena Manzano
Tergiversaciones agrevivas
¿habrá mujer que se crea realmente aquello de tener “cabellos de oro, dientes como perlas, labios de rubí”? Tal vez se emocione un poco la primera vez que se lo digan, pero la tercera o la cuarta vez podrá sentirse francamente empachada. Son hipérboles que pueda soltar alguien en momentos de exaltación romántica; pero tampoco lo estará diciendo todos los días. En todo caso, poco a poco irá perdiendo fuerza y sentido. Y también, a medida que el enamorado/a vaya adoptando unos comportamientos poco compatibles con esa declaración, irá perdiendo credibilidad. Presumo que algo similar irá sucediendo con esas declaraciones altisonantes del principal partido de la oposición.
Analizadas con sensatez, valorados sus contenidos, podemos ver que las exageraciones son, cuando no falsas, exasperantes. Que haya un episodio de corrupción en miembros del gobierno, nadie puede negarlo. Ahí está el caso Koldo. Imperdonable como tal, y malo sería que no se buceara hasta las últimas consecuencias. Algo así se ha estado haciendo con la serie interminable de corruptos de no hace mucho tiempo (caso Zaplana, pongamos por caso).Pero pasar a dar el salto diciendo que el actual partido o gobierno está “cercados por la corrupción”, y que todos y cada uno de ellos son corruptos es una hipérbole que a fuerza de ser repetida terminará perdiendo todo su valor, más aún cuando la traca final, en forma de querella, ha sido rechazada por la Audiencia Nacional. Es la misma desmesura que cuando se niega globalmente que el gobierno esté gobernando y dedicándose a chanchullos que, de modo también altisonante, vienen a decir que no es un gobierno, que es una mafia. A esto se añade la facilidad con la que se recurre al insulto directo que para colmo son insultos carentes de imaginación o de originalidad.
Decir en el uso de la palabra en una institución como la Asamblea de la Comunidad de Madrid que el Presidente del gobierno es un “caradura” y tiene una actitud tiránica, en una retahíla de expresiones poco menos que soeces, es algo absolutamente inadmisible: es un grado de degradación que no se ha conocido nunca en nuestra democracia. Y culminar estos insultos con algo que estimo una sandez de primer orden, afirmando que estamos asistiendo a unas prácticas no ya bolivarianas sino estalinistas, me hace preguntarme si la que tal dice es una ignorante, está en sus cabales o tiene una lengua envenenada.
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