Editorial
Rey, hombre de Estado y sentido común
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define la palabra inglesa hacker, o su adaptación a la grafía española, jáquer, como “Persona con grandes habilidades en el manejo de computadoras que investiga un sistema informático para avisar de los fallos y desarrollar técnicas de mejora”, acepción que responde a la idea de jáquer que ha quedado instalada por la leyenda urbana que narra cómo cuando un joven entregado a las tecnologías de la información y la comunicación logra infiltrarse en un sistema informático importante y vital, como el estatal o el bancario, por ejemplo, o incluso en un videojuego, y captura datos sensibles que pueden arruinar su seguridad o su funcionamiento, enseguida es contratado por la empresa inventora de tal sistema para explicar los fallos que aquel joven ha encontrado y corregirlos. Así que, siempre según esa leyenda urbana, era un chollo para cualquiera de esos jóvenes que pasan la vida con los ojos pegados a las pantallas, aislados del mundo y rumiando continuamente la forma de reventar algoritmos, olvidados de la sociedad y la familia, y convirtiéndose en topos ensimismados en sus bits, en sus series y en sus periféricos, que un Elon Musk cualquiera se fijase en él y se lo llevara, con un super sueldo, cochazo y jet, a sus dominios de Silicon Valley.
Sin embargo, un jáquer es, en principio, eso, un gamberro electrónico, un delincuente de la informática, que se dedica a reventar sistemas básicos para el funcionamiento de una empresa, de una institución, en general, de la sociedad actual, totalmente informatizada, con el fin de comerciar con sus datos, sus mecanismos de protección o sus contenidos. Un sujeto nefasto que obliga a ralentizar el progreso de las tecnologías, detenidas en perfeccionar la seguridad.
Un verdadero pirata moderno, que es lo que significa hacker, jáquer. Por ejemplo, en el campo de la justicia estatal, los escrúpulos de seguridad siguen ralentizando y entorpeciendo la inmediatez de las resoluciones y sentencias, por lo que la informatización ha sido demasiado lenta en la modernización de este esencial poder del Estado. Lo mismo se podría decir de Hacienda, la Seguridad Social, etc. Y eso a pesar de los avances en protección.
Es imposible eliminarlos, pues su fuente de ingresos siempre atraerá a nuevos delincuentes, pero los hackers han entorpecido enormemente el progreso del mundo en la Era Tecnológica.
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