Good morning, Vietnam

09 de octubre 2024 - 03:10

Hace un par de horas que terminé de ver, una vez más, la película “Good morning, Vietnam”, que en su día fue muy polémica y que relata la vida en Vietnam durante la guerra entre los EEUU y los comunistas del norte.

En la película, ambientada en Saigón, en 1965, dirigida por Barry Levinson e interepetada por Robin Williams, el protagonista es Cronauer, un locutor reclutado por el ejército de los EEUU para trabajar en emisoras militares, que es enviado a Vietnam y que desde su llegada choca con el Sargento Mayor Philip Dickerson por el sentido del humor y estilo políticamente incorrecto del presentador radiofónico, pero se ganará la simpatía y el respeto de los soldados de la base. Pero lógicamente “lo mandan al paro”.

Pero yo no he venido a hablar de la película sino de los recuerdos que la misma me ha traído y para ponernos en situación, tengo que remontarme al año 69, cuando lo primero que me encontré en el Colegio Mayor Albayzín fue a dos puertorriqueños muy frioleros y de trato muy agradable, cuyos nombres recuerdo aún con frescura, pero dejémoslos en sus nombres propios nada más: Roberto y Mario. Roberto dormía con ocho mantas y siempre estaba estudiando, Mario siempre estaba pensando en una “compañera rubita trigueña” y en Marzo ya “se había fundido” los 1.000 $ $ USA que sus padres le dejaron en el banco para “gastos corrientes”.

Los dos estudiaban Medicina en Granada por tres razones: acceder en USA era casi imposible para los puertorriqueños y, además, sólo el coste de la matrícula en la Universidad era superior a lo que le costaba en Granada la matrícula, estancia y demás; La segunda razón es que mientras estuvieran estudiando en la Universidad, no los reclutaban para ir a la Guerra de Vietnam y la tercera razón es que en los USA siempre reclutaban primero a los negros y a los puertorriqueños.

Mi mejor recuerdo de ellos no son las conversaciones que manteníamos sobre sus costumbres de vida, sobre todo las familiares, sino el día que en el Colegio se celebró el Día de su Fiesta Nacional, en el que prácticamente todos los que estaban en Granada se dieron cita allí, merendamos productos típicos suyos y al final a todos se nos saltaron las lágrimas cuando, todos a coro, entonaron la hermosa canción En Mi Viejo San Juan, que aún sigo escuchando con relativa frecuencia.

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