El gesto

09 de enero 2025 - 03:08

Finalizaba el año 2024, año de luces y de sombras, el congreso del Psoe había sido un triunfo a la búlgara para Pedro Sánchez y su señora, Begoña, y en el mismo, Juan Espadas, había dado la cara con los hombres y mujeres de los Ere como protagonistas. Pero, fue acabar el congreso celebrado en las orillas del Betis, y el espadachín andaluz del sanchismo se dio cuenta de que su tiempo al frente del Psoe andaluz estaba marcado y acabado. Los satélites se han confabulado contra él, dicen en su entorno. Y Ferraz calla; y Ferraz, celosa de su poder, guarda silencio mientras los militantes sanchistas se desangran en una división poco fraternal. En Andalucía, y por lógica en la Sevilla de Juan Espadas, andan esperando un gesto de Ferraz. Y de eso se quejaba el hombre de la espada en ristre. Estoy de acuerdo con el caballero, cuando manifestó, enfadado él, como es de suponer, que por qué Andalucía tenía que esperar un gesto de Ferraz. Muy sencillo, don Juan, porque se han arrodillado ustedes ante el poder supremo del “puto amo”, y fue solo hace unas semanas. Porque rindieron pleitesía a un hombre como si fuera el dios vivo de todos los socialistas, progresistas, comunistas y otras guindas del pastel. Cuando ustedes se agachan, hasta que se les ve el culo, es normal que tengan que esperar el gesto de Ferraz, que no es otro que el de Pedro, el amo y señor, para mover la más mínima piedra dentro del organigrama por el montado.

No sé de qué se queja el señor Espadas. Se arrodilló ante su Dios, ese que era alabado y elevado a la gloria en tierras de María Santísima, y el hombre ahora se queja y se pregunta ¿por qué tienen que esperar los socialistas andaluces un gesto de Ferraz? Pues sencillamente porque usted y los suyos no tuvieron lo que hay que tener para enfrentarse a los que dictan las leyes dentro de su partido. Los que quitan y ponen, a veces saltándose la democracia interna de los estatutos por encima de sus caprichos, a los candidatos que interesa al jefe. Casi siempre el más pelota del grupo. O usted no ha debido serlo, o ha enfadado a su jefe de tal manera, que de nada le sirvió el número que se montó en el congreso. No debía saberlo, pero su entrada en el mismo ya estaba amortizada. Era cuestión de tiempo que se lo dijeran en la cara. Y que se enfadara, como es lógico. Pero no se preocupe, seguirá en el Senado, el sueldo no lo perderá, pero el poder, lo que es el poder, como el viento, ha volado.

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