Notas al margen
David Fernández
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Que la música molesta a las gacelas, se cambia de lugar el festival; que el ruido de la orquesta molesta a las gaviotas de Roquetas, se recomienda la prohibición del festival; que durante días y horas de sonidos a todo volumen molestan a los humanos, el político cambia la norma sobre ruidos, y se celebra el magno concierto, los seres humanos parece que no deben ser defendidos. ¡Que les den!
Entenderán que me parece una autentica locura lo ocurrido este verano en Almería. Si existe el estrés en las gacelas, habrá que colegir que debe existir ese mismo estrés en los humanos. ¿O es que no es así? ¿Cómo han medido el estrés de las gacelas? Me gustaría conocer la fórmula usada, debe ser un adelanto a tener en cuenta. Entiendo que las pobres están encerradas, no pueden ponerse unos tapones en los oídos, y una guitarra y una voz dale que dale con el lamento flamenco, es como para quitarle las ganas de vivir a cualquiera.
Los seres humanos vivimos en el interior de una casa, tan encerrados o casi como las gacelas. La única ventaja es que podemos ponernos los tapones para mitigar el ruido que llega a nuestro entorno, pero con los volúmenes al que trabajan estos grupos, no hay tapones que puedan con ellos. Pero a los seres humanos no hay quien los defienda. No tenemos un Csic que dé la cara por nosotros, una veterinaria que se juegue su puesto como hace con estos pequeños antílopes. Lo que no entiendo es la historia de las gaviotas. Cierto que no se pueden poner tapones ante los ruidos, pero no se puede alegar que las gaviotas estén encerradas como ocurre con las gacelas. Las gaviotas, por lo que sé, vuelan. Si algo les molesta, vuelan. Si algo se mete con ellas, vuelan, si el ruido del concierto de Roquetas les crea estrés, siempre pueden echar a volar, tienen esa ventaja.
En días pasados se ha celebrado el Cristo de Dalías, con emotivo pregón en la voz de José María Martín, vocero de Sánchez en Almería. Si usted ha subido algún año a esta entrañable fiesta, habrá notado lo sonada que es la misma. Son horas de atronadores cohetes, y nadie ha comentado el estrés que pueden tener los animales que conviven en el pueblo. Se dice que los perros desaparecen y no vuelven hasta el día siguiente, pero los que están en las casas, encerrados ellos, ¿sufren o no sufren de estrés coheteril? ¿Habrá un centro de investigaciones que pida se prohíban las tracas en Dalías por el sufrimiento que padecen los animales? Si se trata de librar a los animales del estrés por el ruido… ¿adiós a lo cohetes?
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