Luces y Razones
Antonio Montero Alcaide
Navidad
Este pasado fin de semana visitamos mi amigo Antonio López y yo el pueblo natal de Goya, Fuendetodos. El ayuntamiento nos ha encargado una escultura en bronce del pintor, de cuerpo entero y tamaño natural, para situarla en la fachada de la casa donde nació, junto a la puerta de entrada y bajo la placa que colocó allí Ignacio Zuloaga hace un siglo. El gran pintor vasco compró la casa y construyó junto a ella las primeras escuelas que tuvo el pueblo, convertidas hoy en una sala de exposición temporal que complementa la visita al inmueble donde nació Goya. El centenar de vecinos que habitan Fuendetodos celebraron este sábado pasado, un año más, sus fiestas goyescas, donde todos se disfrazan con trajes de la época y rememoran el nacimiento y bautizo del pintor en los enclaves originales. Fuendetodos está situado en la pendiente de un cerro bajo, en cuya cúspide se sitúa la iglesia. Está rodeado de un paisaje pelado delimitado por otras lomas suaves, que evocan los sublimes paisajes imaginados de Goya, como el que aparece, por ejemplo, en El Coloso. Son otros colosos modernos, en cambio, los que hoy asedian a Fuendetodos. La cercanía de Zaragoza, que como todas las grandes urbes actúa de agujero negro que absorbe toda civilización a su alrededor, es acaso el primer problema de este pueblo, tan importante para la historia del arte europeo. Fuendetodos lucha con todas sus fuerzas contra la despoblación, contra su calificativo de España vaciada, y muy acertadamente ha sabido ver que Goya es su principal fortaleza. Otros gigantes siniestros amenazan su inmaculado medio rural, principalmente los horribles molinos de viento –agujas inmensas que acribillan el territorio- y centrales eléctricas que circundan con sus tendidos de alto voltaje el duro y romántico paisaje. El alcalde de Fuendetodos, Enrique, como un Asterix irreductible rodeado de romanos por doquier, lucha a pecho descubierto contra todas las amenazas, empeñado en hacer crecer su pueblo y dotarlo de atractivos y oportunidades para sus moradores. Aragón, que ha gestionado históricamente con poco acierto su relación con su hijo más preclaro, debería encarar la efeméride de 2028 remediando sus errores y posicionándose con relevancia en el ámbito goyesco. Un congreso internacional de expertos y la publicación de un nuevo catálogo razonado del artista son lo que más urge, para continuar con la verdadera puesta en valor de los dos únicos ciclos murales seguros que Goya dejó en su tierra: el Pilar y el Aula Dei.
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