El Pingurucho
Adriana Valverde
Perdemos capitalidad
De un tiempo atrás se está recuperando de forma magistral aquellas personas, generalmente almerienses, que con su arte en la pintura, la escultura, la imaginería, el bordado, la literatura, etcétera, han aportado sus sentires a la cultura almeriense, y que el paso del tiempo los ha ido dejando en el rescoldo de las tibiezas. No buscaban fama ni dinero, solo contribuir a la sociedad con su sencilla y bondadosa forma de entender la cultura desde este ínclito y vetusto entorno de desértica aridez.
Juan Segura Santisteban, a quien tuve ocasión de conocer en el Ayuntamiento de Roquetas de Mar con un boceto de un campesinado agricultor, tras su vuelta de Ultramar a la mediterránea tierra que le amamantó en sus comienzos y de donde metabolizó ese espíritu indaliano, de tan compleja definición dramatúrgica y sociológica, y que por su carácter bohemio se adentró en esos otros plurales caminos que abrió el Movimiento Indaliano en los polifacéticos artistas, dejando plasmado su saber y entender en aspectos cotidianos de la vida, sin más ambición que ver la cultura como un arcoíris y un grito de libertad de pensamiento y expresión en un momento de grandes tribulaciones sociales impuestas por el sistema imperante de carácter totalitario.
Juan Hidalgo Santisteban cursó estudios en la posguerra en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos obteniendo la calificación del Premio a la Constancia en el Taller de Electricidad y Sobresaliente en Mecánica, Física y Química, y de quién el Fiscal del Tribunal Supremo Manuel Jesús Dolz Lago hizo un emotivo y sentimental obituario del autor de Los Delfines, situados éstos a la entrada al Parque Nicolás Salmerón por el silenciado Gran Hotel y frente a la Comandancia Militar de Marina, es otro de los artistas almerienses que por su idiosincrasia personal ha tenido el reconocimiento expreso de la cultura almeriense.
Quien dedicó un panegírico de belleza literaria salida de pluma poética y narrativa es Ana María Romero Yebra, quien expresó con gran sentido estético, que la obra artística de Juan Segura Santisteban, inaugurada un 25 de julio de 1970 y construida en poliéster con un armazón de hierro los cinco hermosos delfines, los cuales juegan sobre las olas en el centro de un estanque rectangular con la envoltura de un secular clamor medio ambiental: ¡El agua. Siempre el agua!". Y su presencia nos hace soñar arrullados por su rumor.
También te puede interesar
Lo último