
Abierto de Noche
Francisco Sánchez Collantes
Martes
Notas al margen
Cuandopedro Sánchez se guía por sus bajos instintos para mantenerse a flote en el poder, no deja de sorprendernos. Su último invento para desviar la atención, justo la semana que Ábalos declaraba ante el Supremo por el caso Koldo, consiste en anunciar un centenar de actividades para celebrar el 50 aniversario de la muerte de Franco bajo el lema ‘España en libertad’. Ni al caudillo se le habría ocurrido. Gracias a su pensamiento moldeable como la plastilina, quien otrora fuera un peligroso fascista, para los más despistados, en unos años podría convertirse en un baluarte de la democracia, por obra y gracia de la indulgencia política de Sánchez. De los creadores de La maquinaria del fango y El asedio judicial, en 2025 llegará a las pantallas Franco vuelve (por Navidad). Que la fecha se elija con calzador le da igual al más listo de la clase. Que tras la muerte del dictador se tuviese que esperar a 1977 para celebrar las primeras elecciones, o que el franquismo siguiera vigente en un tiempo en el que no se sabía si la Corona podría consolidarse y si el país se podría conducir a un sistema democrático, ¿a quién le importa ya?
Sánchez necesitaba una nueva cortina de humo. Pero lo asombroso es que Ayuso, su mejor aliada, sea la primera en seguirle el juego como si se lo prescribiera el médico: “Sánchez ha enloquecido. Ha decidido quemar las calles y provocar violencia con grupos minoritarios...”. ¿De verdad era ésta su mejor respuesta? El líder socialista siempre escapa cada vez que están a punto de atraparlo. Ni el político más astuto idearía un plan mejor para resucitar viejos fantasmas. Lástima que malgaste tantas energías en la dirección contraria a la del histórico discurso que pronunció Felipe VI ante el Parlamento italiano, apelando a la “memoria” de ambos países frente a un pasado que no debe repetirse “ni como caricatura”. Pero este detalle carece de importancia para Sánchez, ¿verdad? No puede evitarlo: le encanta azuzar la división entre las dos Españas. Y le va bien. Domina la escena como nadie. Con su discurso dogmático y sencillo sostiene una base sólida: quien no está conmigo, está con el fascismo y la ultraderecha. Un PSOE que siempre defendió la socialdemocracia acaba convertido en un partido que alguno podría comparar con una secta: o blanco o negro, o progresista o facha. Tras pactar con Podemos, Sánchez eliminó la moderación de su repertorio para impedir que le adelantaran por la izquierda los radicales El precio a pagar para su partido es una senda cada vez más extrema y maniquea. Nadie trabaja para Vox con tanta devoción como nuestro presidente. Sabe que mientras que se mueva alrededor de los 30 diputados, el PP seguirá lejos de la mayoría absoluta. La triste paradoja es que quien se desgañita anunciando la venida de una plaga bíblica, es el primero en abonar el terreno como si la deseara en secreto, siempre que la fatalidad pase de largo ante su puerta y recaiga sobre el vecino.
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