Opinión
Las uvas de Isabel y Pedro
La aldaba
Siga el centro-derecha español del PPdándole vueltas al mismo asunto, no cogiendo el toro de Vox por los cuernos, dándole patadas al balón para quitarse de encima la presión y rehuyendo el mochuelo de establecer los criterios para relacionarse con los de Abascal en ayuntamientos, diputaciones y gobiernos autonómicos. Siga sin tener el panorama claro que ya ha salido un nuevo botarate que parece escapado de un tramo de beduinos de una cabalgata de distrito, el tío de la fiesta acabada. La división de la derecha se ahonda mientras el PP persigue siempre el objetivo de la mayoría absoluta para evitar compañías incómodas en los ejecutivos. Ocurre que pocos son los llamados a conseguir esos registros que, al final, suelen endiosar, aislar y generar altanería. No todos los jefes de de gobierno y alcaldes del PPtienen el poder absoluto de Moreno y Ayuso. Ni lo van a tener. Moreno fagocitó a los de Ciudadanos, a los que mantiene anestesiados en cargos de medio pelo, y se comió parte del electorado de Vox con la gestión de una pandemia de la que salió sin una sola arista. Éxito incontestable. Superado el trance de Doñana, tiene que lidiar con los problemas de la sanidad y, en otros asuntos, evitar charcos que pudieran generarle penalidades a medio plazo. Pero todo es más fácil con el PSOE varado y a un paso de ser una jaula de grillos. Ayuso tiene frenado a los de Vox por otra vía: ocupa el espacio sociológico de unos votantes que no dudan en querer una derecha pura y dura, que no desean buscar fuera (en Vox) lo ya que prefieren encontrar dentro (el PP de Madrid). Eso obliga a endurecer el tono. La denominada moderación, tan útil en el Sur, no es rentable en Madrid. De otra manera no se entiende la medalla concedida por la diosa de la Cibeles al presidente argentino, que hace sólo un mes participó en una convención de VOX en Madrid.
Ayuso juega siempre con la carta de la institucionalidad capitalina, se iguala así con Pedro Sánchez en el debate nacional y tiene tal fuerza tronante que hasta resulta difícil recordar quién es el líder autonómico de los de Vox en Madrid. Tiene a la formación de Abascal absolutamente opacada en la Asamblea autonómica. Quizás en la capital del Reino, por sus propias características, sean rentables y hasta necesarias las apuestas, los discursos hiperbólicos y asumir ciertos riesgos para impedir el crecimiento de la derecha más a la derecha, mientras que en Andalucía esa misma estrategia causaría rechazo. Son dos modelos con un mismo fin: gobernar en solitario. A falta de criterio general, siga cada uno a lo suyo. Tiempos delicados, tiempos de hipérboles, tiempos anomalías. A falta de criterio general, cada uno a lo suyo.
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