Antonio Lao
El silencio de los pueblos
La flor de Chamberí, la flor de Chamberí…Este era el estribillo de la canción “Rosa de Madrid” que a mitad del pasado siglo se cantó hasta la saciedad, no solo en Madrid, sino en toda España. La popularizaron todas las grandes cantantes de aquella época, pero en el disco duro de mi memoria quedaron grabadas las interpretaciones de Lilián de Celis y de la manchega más universal: Sara Montiel. Puede valer como introducción, pero en realidad de lo que pretendo escribir hoy es de la casa de Saboya.
El último rey de de la casa de Saboya que reinó en España fue Amadeo I hijo de Víctor Manuel II y lo hizo durante poco más de dos años (2 de enero de 1871 hasta 11 de febrero de 1873, aunque había sido proclamado Rey de España el 16 de noviembre de 1870) Se ganó el apelativo de “El Electo” porque fue el primer rey de España elegido democráticamente por las Cortes Generales. También se le llamó el “Rey Caballero”, que sin duda lo fue; los españoles de aquella época desde luego no se lo pusieron fácil y con harto dolor de su corazón se vio obligado a abdicar. Esto no quita que tuviese sus aventurillas y naturalmente su “querida”: Adelita de Lara, hija de Mariano José de Larra, más conocido por “Fígaro”, fue su amante. A ella se le bautizó como “la reina de los lavaderos”. Anteriormente ya habíamos tenido una reina consorte de esta misma casa; fue la primera esposa de Felipe V de Borbón: María Luisa Gabriela de Saboya hija de Víctor Amadeo II y de Ana María de Orleans que dio a España dos hijos reyes: Luis I, tan efímero como desconocido en nuestra Historia y Fernando VI.
En el año 1003 Humberto I “el de la Mano Blanca” fundó el Condado de Saboya. Durante algún tiempo su capital fue Chambéry. Formó parte del Sacro Imperio Romano Germano. En 1416 Amadeo VIII conde de Saboya con el apoyo del Emperador Romano Segismundo lo convirtió en Ducado. Ya en el siglo XVIII al participar Víctor Amadeo II en la Guerra de Sucesión Española del lado de los Austrias y de los países aliados, al firmar el tratado de Utrech, como premio, convirtieron el ducado en reino, gracias a la anexión del Reino de Cerdeña. El 12 de junio de 1946 el reino fue disuelto y sus territorios se repartieron y fueron integrados en Francia e Italia. Volviendo al famoso barrio de Chamberí, al que todos identificamos con el chotis y las chulapas, diremos que hay varias versiones del porqué de este nombre afrancesado en un barrio tan castizo de Madrid. Sin duda sus raíces están en la antigua capital del condado de Saboya. Las versiones históricas son muy distintas y posiblemente la verdadera sea una mezcla de todas ellas. Quiero recordar que en la capilla de Chambéry entre 1453 y 1578 estuvo depositada la Sábana Santa, antes de ser trasladada a Turín. Este hecho en la Europa cristiana de aquellos siglos, sin duda dio importancia a la ciudad de Chambéry.
Se le atribuye a María Luisa Gabriela de Saboya, esposa de Felipe V que cuando contemplaba la sierra madrileña, le traía recuerdos nostálgicos de cuando siendo una niña en Chambéry se extasiaba contemplando también los impresionantes picos de los Alpes y por eso a aquel lugar lo llamaron Chambéry. Siendo sinceros ambas cordilleras no se parecen en nada y además la Reina María Luisa nunca vivió en Chambéry, como mucho pasó algún verano en esta ciudad.
Bárbara de Braganza (1711 – 1758) esposa del Rey Fernando VI ayudó, potenció y fundó el convento de las Salesas Reales con monjas procedentes del Monasterio francés de Chambéry en esta zona y que por ampliación terminaron llamando a toda la zona Chamberí, ya españolizado el nombre. Podría tener sentido. Pero la historia más verosímil es que durante la Guerra de la Independencia un regimiento llamado Chambéry, que formaba parte de las tropas francesas de ocupación, estableció un campamento militar, alejado un poco de la población para evitar sorpresas. Podría ser también. Hay muchas más historias y leyendas sobre la procedencia del nombre del barrio de Chamberí, pero todas ellas la hacen proceder de la que fue la primera capital de los Saboya.
La casa de Saboya nacida como condado, que alcanzó su mayoría de edad como ducado y que terminó siendo un pequeño reino , tuvo, sin embargo, gran influencia en Europa y miembros de esta dinastía fueron reyes en Italia, España, Francia, Croacia, Albania y Etiopía.
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