Pues yo lo veo así
Esteban Requena Manzano
Tergiversaciones agrevivas
Cuando el calor abotarga las entendederas, no es buen momento para disquisiciones complejas, pero la relación entre el fin y los medios, por aplicarse a muy distintas cuestiones, tanto personales como sociales, suele ser atractiva, incluso en plena canícula. A Nicolás Maquiavelo se atribuye el aforismo referido a que “el fin justifica los medios”. Sobre todo, si estos se apartan de los aceptables y oportunos; pues, siendo el fin es importante, no hay que reparar en los medios para lograrlo. Aplicada esa sentencia a variadas situaciones en las que pueda considerarse, la prevalencia de los fines, o la licitud de estos, llega a justificar, o hacer igualmente lícitos, los atropellos que se acometan para alcanzarlos. Un destacado militar prusiano, Clausewitz, escribió que “La guerra es la continuación de la política por otros medios”, y cabe pensar, de acuerdo con lo antedicho, que la actividad política y la guerra se asemejan en su naturaleza de fines. De manera que los medios de la dialéctica -más bien la confrontación de argumentarios y consignas- se cambian por la artillería y las armas de la guerra, asimismo como medios. En definitiva, una continuidad de los fines con una discontinuidad de los medios. Sin necesidad de esa identificación entre política y guerra, muchos otros fines, por su condición, deben preservarse y mantenerse como perspectiva que oriente las actuaciones y los medios para conseguirlos. Ante esto, el filósofo Thomas Hobbes estimaba que lo fundamental no era la continuidad de los fines, sino la discontinuidad de los medios. Se aprecia en muchas ocasiones, entonces, el olvido o la postergación de los fines, para prestar más atención y dedicación a los medios. Entre las páginas de El gatopardo, Lampedusa escribe: “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”. Así, el contradictorio modo de preservar el fin es una apariencia de cambios.
Ya está bien de acudir a las entendederas en el sosiego, y el sopor, veraniego. Aunque acaso invite el juego de los fines y los medios a hacer una introspección y dar un repaso a las justificaciones que nos asisten en el proceder. Y, si no se está dispuesto a ello -porque mirar hacia adentro asuste con lo que se pueda encontrar-, bastará seguir los asuntos públicos para comprobarla licitud de los fines y los medios.
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