Pues yo lo veo así
Esteban Requena Manzano
Tergiversaciones agrevivas
Y0 sólo. Andando por Granada. Un sábado, por la mañana. Vestimenta acorde con el entorno al que voy a ir. Subo por Gran Capitán y miro de reojo la calle de la Facultad de Traductores e Interpretes. Ya no está una tienda de ropa que vendía camisas fantásticas, las tiendas de ropa para perdedores son tiendas de ropa de segunda mano y se llaman Vintage, la Buhardilla (creo) y sobre todo Ropero, donde trabajaba, era el dependiente José Antonio Garcia, cantante de los 091, que ahora creo que se dedica plenamente a la música, entre medias está el bar de Eric, que cuando fui era temprano, las 12:30 y aún no había abierto, doblando la esquina, la esquina de Derecho, un poco más allá está el Bora-Bora, una tienda de discos de segunda mano, que parece que está en obras. Y entre medias, en la verdadera esquina está una cafetería modernilla, a medias entre hipster y casual, con un montón de mesas en la plaza de la Facultad de Derecho, que se llamará plaza de tal y que tiene una estatua de Carlos I o V según se mire que antes lo pintaban y le ponían cantidad de cosas los estudiantes a principio de curso. La esquina de Derecho ya no es tanta esquina o no no lo fue este sábado, todo a medias, deslucido, ignorado, invadido por semblantes extraños deslumbrantes, rotos mis anhelos siempre vuelvo esperando encontrar algo que no hay, algo que no está nunca y lo único que puedo hacer es sentarme desubicado a tomar un café vulgar, pensando donde estarían todas esas cazadoras tan impresionantes, todas las camisas que nunca me podía comprar, están , en alguna parte, pero no son para mí, o yo no soy para ellas. En realidad nada es para mí, yo no pertenezco, por mucho que venga o investigue si el pasado fue o todavía es o será. Ni fue ni será. Vuelvo a donde si debo estar por la Plaza de Los Lobos y recuerdo que yo viví aquí cerca un año inolvidable por mal y bien, no recuerdo el piso pero si el edificio de la calle Montalbán porque enfrente estaba, está, el Blus. Y está y abierto Papela, una tienda de artículos diversos de papel algunos hechos a mano, tienda fetiche, posters de arquitectura que nunca compré, sigue existiendo imperturbable, indestructible, puede que más de 40 años ya, con sus cajitas de cartón y tarjetas con dibujos a plumilla, todo desvanecido, en la vuelta del viaje como quien va a observar lo que nunca existirá como mío. La añoranza, la nostalgia. Lo inexistente.
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