Los espantapájaros ni asustan ni piensan

Luces y Razones

Imagen.
Imagen. / Pablo Laynez

21 de septiembre 2024 - 19:07

Los espantapájaros dejan de asustar porque su quieta presencia se hace acostumbrada, e inofensiva, tal como ocurre con todo aquello que resulta normal, precisamente a causa de la costumbre, y ya no inquieta o perturba de la manera en que lo hacía cuando apareció o sucedió por vez primera. Por eso dejan de ser frecuentes las representaciones humanas, como grandes muñecos en los sembrados, a fin de ahuyentar a los pájaros. Y se usan materiales reflectantes u otros artilugios para disuadir a las aves del campo. Incluso remedios hay, como el de colgar cuervos muertos de un poste, para alejar las bandadas de esos pájaros que parecen de mal agüero. Los espantapájaros, entonces, quedan como popular decorado de las huertas, pequeñas y familiares, cuando dejan de espantar y son atractivos para la contemplación. También el espantapájaros sirve a la ficción para acompañar a Dorothy, en El maravilloso mago de Oz, y pedirle a este el cerebro que le falta para pensar. Carencia tan innatural, y por eso literariamente fantasiosa, como la del leñador hecho hombre de hojalata, que pretende del mago un corazón para recuperar la sensibilidad, o la del león cobarde, solo capaz de comer ratones, que quiere llegar ante el mago para pedirle valor. En la huerta, los espantapájaros ni asustan ni piensan, pero son llamativos en su representación.

stats