La esencia de la mujer
La esencia de la mujer
La historia está llena de figuras femeninas que, potenciando su esencia, han hecho grandes aportes a la humanidad. Existen numerosos ejemplos de mujeres cuyo legado es significativo, siendo el primero de ellos su capacidad para la maternidad, ya sea a través de hijos biológicos o de aquellos a quienes ha brindado su cuidado y amor porque da, cuida y apoya la vida, representando una acción decisiva en el presente y una esperanza para el futuro.
Destacando el valor de la feminidad en la historia es cierto, que no suele aparecer como protagonista cuando, sin embargo, posee una de las principales características del liderazgo: la humildad.
El ejemplo que más me gusta es el de la historia de Concepción Arenal. La primera feminista española. En 1841, Concepción empieza en la facultad de derecho en la universidad central, como oyente, vestida con ropa masculina, consiguiendo ser admitida incluso después de haber sido descubierta, gracias a una ausencia de regulación. En 1884 redactó «La mujer del porvenir«, donde hace una defensa del derecho a la educación como garantía de un futuro mejor para todos, pues en su época, la única salida de la mayoría era el matrimonio.
En mi opinión, el mayor desafío de la mujer en el siglo XXI, especialmente en los países desarrollados y dentro de la cultura occidental, donde las posibilidades están ampliamente al alcance, es preservar su propia naturaleza. Más allá de la maternidad, la biología nos dota de cualidades únicas que enriquecen nuestra contribución al mundo, como la sensibilidad, la empatía, las habilidades comunicativas, el cuidado y la entrega. Estas características representan un aporte genuino y específico que no debe perderse en el camino hacia la igualdad.
La mujer debe mantener cualidades específicamente femeninas y que no se transforme en algo que no es. Ser humilde no significa ser pobre. Significa que en escasez y abundancia eres la misma persona. Lo femenino no es malo, igual que lo masculino tampoco, la complementación de los dos roles es lo que hace falta en todos los campos, no solo en la familia. De esta forma, el mundo, sin duda, iría mejor.
Es importante proteger el valor de la feminidad y todo lo que implica porque debería ser el objetivo principal de la auténtica esencia, entendida como aquello que permanece y define nuestra propia naturaleza y que debe ser preservada en un mundo cada vez más ideologizado, donde se busca diluir y transformar las identidades. Por ello, es esencial el principal reto de la mujer en el siglo XXI es no perder su propia esencia.
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