Reflejos
Francisco Bautista Toledo
Víspera de difuntos
Aunque nunca me creí que los protagonistas del 15 M fuesen a alcanzar el Cielo - al día de hoy navegando cada sujeto por su lado – consideraba a Íñigo Errejón el más capacitado del grupo y le pronosticaba un buen futuro político. Las noticias aparecidas la semana pasada sobre su comportamiento machista, acusado de acoso sexual y maltrato psicológico por distintas mujeres, me han sorprendido sobremanera y me ha decepcionado un individuo que me parecía valioso para ejercer la política. Dicho esto, una semana entera dando la noticia día y noche, con pelos y señales, desde el día que se destapó el enojoso asunto, me parece excesivo. Llevamos una semana con el acoso de Íñigo Errejón abriendo telediarios en todas las cadenas, siendo portada de todos los periódicos y primera noticia en todas las emisoras de radio. Cualquier tema por importante que sea, tratado con tanta insistencia, llega un momento que produce empacho. Con ello no quiero decir que no condene su comportamiento, pero no creo que tengamos necesidad de aprendernos de memoria el texto de la denuncia formulada por Elisa Mouliaá, la actriz que le acusa de haber sufrido el acoso, y las declaraciones de su exnovia y compañera de partido Rita Maestre. Confieso que me las salto cada vez que las veo escritas, entre comillas, en un artículo periodístico. Íñigo Errejón pertenecía a Sumar, una formación política que condena de forma rotunda los casos de violencia sexual. Como era de esperar, le han dado pasaporte y le han obligado a que abandone el escaño, que son las únicas medidas que un partido político puede llevar a cabo. A partir de ahora y de la denuncia formulada por la actriz, corresponde a la justicia actuar en consecuencia. No he podido evitar que el caso de Íñigo Errejón me haya traído a la memoria la figura de un político maltratador cuya condena judicial, ni produjo tanto escándalo, ni supuso obstáculo alguno para que emprendiera su carrera política. Me estoy refiriendo a Carlos Flores, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Valencia. Este señor fue condenado a un año de prisión por la Audiencia provincial de Valencia en el año 2002 por violencia psíquica, coacciones, injurias y vejaciones hacia su expareja. Semejante currículum no fue obstáculo para que VOX lo incluyera en las listas por Valencia al Congreso de los Diputados y fuera elegido con los votos suficientes para ocupar el escaño del que hoy disfruta. Así es la vida.
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