Antonio Lao
El silencio de los pueblos
La proliferación de premios que tan a menudo se habilitan sobre todo como medio de autopromoción, no debería lastrar el afán que inspira a otros solo concebidos para galardonar a ciudadanos ilustres, a tenor de sus méritos evidentes y sin dar pábulo a ninguna otra concausa que no sea la de su excelencia personal. No es fácil lograrlo siempre con tantas variables en juego, pero creo que este año también los premios de este Diario, dan muestra de ello. Porque el elenco de laureados en 2024 comprende desde un referente del mundo de la comunicación y el periodismo andaluz, como es Mª del Mar Villalobos, a otro modélico intelectual de enorme prestigio nacional en la gestión y dirección de Administraciones Públicas, como es Jesús Miranda Hita, con una trayectoria personal y profesional de casi cuatro décadas aireando su prosodia almeriense por todo el mundo, incluso al ocupar el cargo de vicepresidente del principal órgano de inspección sobre la gobernanza de las agencias y organizaciones de las Naciones Unidas (ONU). A quienes se unen el presidente de una compañía familiar y casi centenaria, como es Carlos Briseis, fundada en el 1932, con el nombre de Destilerías Briseis por su padre, don Antonio López Jiménez, y a quien más pronto que tarde relevaran sus hijas. Es casi un milagro que, en esta tierra históricamente tan de paso, se consolide durante tres generaciones o más, una empresa sin dejar de crecer en un mundo tan competitivo, porque ese reto de proyección comercial exitosa y continuada nunca es casual. Un milagro, o casi, como el que predica y nos anima a conquistar nuestra catedrática de la UCM, Cecilia Castaño, al mostrar las deficiencias, ilógicas y vergonzantes, de la integración femenina en las ciencias y disciplinas tecnológicas, y alentándonos a tomar conciencia de las dificultades crónicas que ante ese reto, propicia el relativismo cultural. Un enorme aplauso para su ejemplaridad. Y otra gran ovación para nuestro querido y virtuoso Jose Antonio Picón, por su enorme talento y talante desplegado durante toda una vida de tesón, pilotando la evolución, hoy ya imparable, de la economía empresarial almeriense. Ya les confirmo así, desde la bancada del jurado, que otro año más, aún sosegadamente abrumados por tener que seleccionar a estos candidatos entre otros muchos, nos queda la esperanza de haber contribuido modestamente a que Almería divise y honre a algunos de sus muchos hijos ejemplares.
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