29 de octubre 2024 - 03:06

Los próximos días 4 y 5 de noviembre son decisivos en el devenir histórico de Occidente. En paralelo a lo ocurrido en 1933, con el ascenso de Hitler al poder en Alemania, si Trump gana las elecciones presidenciales en los Estados Unidos dará comienzo una nueva era en la geopolítica mundial. Como en aquella ocasión, un personaje de dudosa calaña tendrá acceso a los más altos resortes de poder de la primera potencia económica y militar del planeta. Un personaje sin escrúpulos, condenado por más de 30 delitos, que al menos “comprendió”, si no amparó, animó o, mucho peor, ordenó de alguna forma el asalto de las turbas al Capitolio, sede de la democracia estadounidense, que ha basado su campaña electoral en mentiras, falsas noticias y calumnias, y que se ha manifestado en cuantas ocasiones ha podido como supremacista, racista, contrario a los migrantes, a las minorías y ha vituperado hasta la exageración a su oponente, Kamala Harris, del Partido Demócrata, por ser mujer y negra.Tal como hizo Hitler respecto a los judíos y demás minorías europeas étnicas o sociales en los años 30 del pasado siglo. La historia no se repite tal cual, pero es maestra y enseña cómo los hombres vamos tropezando una y otra vez en las mismas piedras a lo largo de los siglos. Las actitudes, valores negativos y posiciones frentistas y extremas de entonces llevaron a la II Guerra Mundial. ¿Hacia dónde nos llevarán las exageraciones y extremismos de este esperpéntico personaje? Lo paradójico de la democracia es que personajes como este pueden utilizar los mecanismos electorales que aquella proporciona para destruirla desde dentro. El sistema no está dotado de resortes que cortocircuiten los extremismos, sino que da a estos el mismo trato que a las demás ideologías políticas, e incluso es más tolerante con los extremismos de derechas que con los de izquierdas. Si Trump se hace con la primera magistratura del país que reinventó la democracia en la Era Moderna es imprevisible la deriva que su política tendrá tanto en el interior del país como en el exterior, donde existe un delicado equilibrio de poder sumamente inestable con los conflictos abiertos de Ucrania e Israel y con los intereses económicos de occidente enfrentados a los de Rusia y China.

¿Qué mundo legaremos a nuestros hijos y a nuestros nietos si el extremista Donald Trump gana las elecciones del próximo noviembre en Estados Unidos?

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