
El Medio y el Ambiente
Ignacio Flores
Tierras raras
La llegada al poder de Donald Trump ha provocado una situación de inestabilidad que traspasa las fronteras de EE.UU. Quienes han elegido a un candidato, que apuntaba maneras, para instalarse en la Casa Blanca fueron los ciudadanos norteamericanos y lo propio sería que, para bien o para mal, fuesen dichos ciudadanos los que apechugasen con las consecuencias. Pero lo cierto es que, en los tiempos que vivimos, los avances relacionados con la intercomunicación han provocado un acercamiento entre estados y, sin haber tomado parte, ciudadanos de otros países nos podemos ver afectados por unas turbulencias de las que no somos culpables. Hasta ahora se conoce como Occidente un conjunto de estados que comparten valores y una misma política exterior, incluye a Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Reino Unido y los países que integran la Unión Europea. Con la llegada de Trump al poder esta unión de Occidente está perdiendo consistencia debido a una guerra arancelaria que ha puesto en marcha, causando graves perjuicios a la economía de los estados asociados. A la vista de las amenazas, al parecer, y según manifiesta el endiosado presidente del estado más poderoso, algunos países le están llamando para “besarle el culo”, pidiéndole negociar aranceles por su cuenta. Lo cierto es que se aprecia en Trump una fijación en la Unión Europea, como si quisiera establecer relaciones con cada país por separado, pero no creo que ningún estado de Europa se haya puesto en contacto con él para practicar lo que manifiesta. En los últimos años han aparecido brotes nacionalistas en la Unión Europea que apostaban por retirar a su país siguiendo el ejemplo del Reino Unido y es posible que las amenazas arancelarias de Trump, produzcan una reacción positiva fortaleciendo los lazos que unen a los estados miembros. Europa no debe dar un paso que apunte debilidad frente a las amenazas de un tipo que no se sabe lo que puede decir cada mañana. Desde que se subió al trono está dando bandazos con los aranceles y es difícil pronosticar una estabilidad en la política que llevará a cabo. Con sus maniobras financieras está jodiendo, perdonen la expresión, a algunos ricachones que le dieron su apoyo y ha tenido que dar marcha atrás. Una Europa Unida es la que tiene que plantar cara a un iluminado como Donald Trump, y no cada estado besándole el trasero. Con su viaje a China Pedro Sánchez ha demostrado que no está dispuesto, y eso le honra.
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