Diógenes digital

10 de enero 2025 - 03:07

Diógenes de Sinope, allá por el siglo IV a. C., era más dado al cinismo -conocido fue como Diógenes el Cínico- que a acumular basuras, aunque este síntoma patológico se reúna, junto a otros, en un conocido, pero mal denominado, síndrome de Diógenes. Vagabundeó este filósofo por las calles de Atenas e hizo de la pobreza material extrema una particular virtud. Parece que se recogía, cuando resultaba necesario, en una tinaja, como también se dice que deambulaba por las calles, con una lámpara encendida, a fin de encontrar, pues no resultaba fácil dar con ellos, hombres honestos. Entendió, por tanto, la sabiduría como el ejercicio de la renuncia, sobre todo a cuanto estaba sujeto a las convenciones, a los deseos y a las necesidades, que debían reducirse al mínimo. Luego si el síndrome referido no guarda del todo correspondencia como los principios que inspiraron la filosofía cínica de Diógenes, todavía menos en el ámbito tecnológico, al formularse una derivación específica, el síndrome de Diógenes digital. Esto es, ya no se trata del aislamiento social, de abandonar del todo el cuidado propio -en términos de higiene, alimentación o salud-, de la reclusión y el rechazo a cualquier forma o tipo de ayuda exterior, de la acumulación de basuras y de una vida de gran miseria personal, sino de la acumulación desmedida de archivos digitales -audios, vídeos, imágenes, textos, memes…- en los teléfonos inteligentes, que no se borran por razones distintas, entre las que están la pereza, la falta de tiempo o la confianza en que resultará inagotable la capacidad de memoria del dispositivo. Puestos a buscar síntomas de esta derivación del ya conocido, sobre todo en la psiquiatría, síndrome de Diógenes, basta con preguntar a los portadores de los móviles -aunque el Diccionario asocie, a una de las acepciones de “móvil”, el “teléfono móvil”, cabe sostener que el teléfono no puede moverse, o no se mueve, por sí mismo, sino por quien lo porta-. De manera que, si pasan los meses o los años, sin borrar o eliminar buena parte de esos archivos, el nuevo síndrome puede estar haciendo de las suyas. No obstante, sin intenciones malsanas, no es del todo desdeñable esta acumulación, pero sí convendría procurar su descarga, organización y archivo. Pues la basura digital ayudará a comprobar tanto estropicios sociales como genialidades creativas -acaso cínicas asimismo- pasado el tiempo.

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