Antonio Lao
El silencio de los pueblos
Por sus propias características, las ciencias experimentales y técnicas nos ofrecen verdades que no se pueden cuestionar hasta que no se demuestre de manera empírica lo contrario. La medicina, las ingenierías, la física, la biología… Sin embargo, los propios avances de las ciencias dependen siempre de criterios éticos, políticos, opciones personales... Se debe dar respuesta a preguntas cruciales para su aplicación práctica: ¿para qué? ¿por qué? ¿cómo? ¿cuándo? ¿a quién beneficia? ¿a quién o en qué perjudica?
Y si esto sucede con los avances en ciencias técnicas o experimentales, mucho más complejo es dar respuesta a problemas de índole social. Éstos contienen tantas variables que resulta imposible aislarlas en un laboratorio. Encontramos entonces ciencias que no son experimentales pero pretenden serlo, ciencias sociales que utilizan la estadística a su antojo como si fuera una verdad absoluta (cuando se sabe que es muy fácilmente manipulable) y lo que es peor: intereses, falta de honestidad, pretensiones de poder.
Quizá haya llegado el momento de plantarnos ante todas las informaciones que recibimos, ante todas las opiniones que nos llegan, del tipo que sea. Quizá tengamos que instalarlos en la duda y la sospecha permanente, por mucho que nos guste el mensaje que recibimos. No puede salir nadie a los medios (llámese responsable político, periodista, «influencer» o persona famosa en el mundo académico) haciendo afirmaciones que pongan en entredicho todo lo que hemos construido como sociedad. No se puede decir que un atleta español lleva la bandera de su país de origen cuando en realidad lleva la de su pueblo (Torrelavega), no se puede decir que hay hordas de niños y niñas (los llaman «menas» para despersonalizarlos y que sea menos bestia que hablar de niños) haciendo barbaridades por todas las calles del país, no se puede dudar del tribunal constitucional ahora y no haber dudado cuando hace pocos años tumbó el «Estatut»… Quizá haya llegado el momento de volver a mirar alrededor, hacer el viaje de ida y vuelta desde la caverna del Platón: fijémonos en nuestras experiencias, en lo que vemos alrededor, en las personas, los sitios, las vidas que nos rodean, apaguemos o cuestionemos todo lo que veamos, leamos y escuchemos, busquemos información fiable por nuestra cuenta, enseñemos ha hacer todo esto a quienes tenemos alrededor. Es una cuestión de supervivencia.
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