Ya estamos en diciembre

Cuando llega diciembre, este que ha nacido hace unos días con vocación de convertirse en el mes más anciano del año, siente uno ese cansancio de haber atravesado un periodo siquiera incómodo de su vida, en el que ha vivido el significado de algunas palabras como inquietud, un temor que nunca antes notó y la incertidumbre de seguir cohabitando con un Presidente de Gobierno ególatra, narcisista e incapaz de guiar el timón por mejores corrientes, pues los tiempos que corren han traído que está convulsionando a los humanos y alterando de forma importante sus vidas con poco espacio para la esperanza. El mundo entero está revuelto y se siente como un presagio que algo malo puede ocurrir.

Ya ahora, en diciembre, también trae la blancura y la luz fugaz de la Navidad que, aunque no a todos complazca, nos recuerda la infancia, la vida familiar y la paz que junto con la alegría que tanto añoramos para tantas personas que sufren del dolor, la huida de sus países y abandono de una sociedad cruel e insolidaria.