¿Qué eh lo que eh?
José Antonio Hernández
Tampoco hay que pasar de todo
Resistiendo
Una sala de subastas de arte madrileña subastó este pasado lunes, sin saberlo, dos dibujos inéditos de Francisco de Goya en un mismo lote. Salían como "escuela española del XIX" con un precio de arranque de noventa euros. Si el propietario o el subastador hubieran identificado adecuadamente su autoría, la tasación habría rondado el millón de euros. Mensualmente visualizo todo lo que venden las casas de subastas españolas y desde el principio, sólo con ver la foto a muy poca resolución que adjuntaban en el catálogo, tuve claro que eran dibujos originales de Goya y la serie a la que pertenecen, tanto por el tema, la técnica y la inconfundible caligrafía de los títulos manuscritos por el pintor. Me dirigí el lunes a Madrid para pujar presencialmente en la subasta y hacerme con ellos para incorporarlos a la colección de nuestro museo. Me los adjudicaron finalmente por doscientos euros y a renglón seguido el subastador me comunicó que el Estado ejercía su derecho de tanteo y me los arrebataba por el mismo precio de remate. Yo sabía desde el principio que existía esa posibilidad, que los conservadores del Prado, Javier Barón o Matilla, los identificaran y pusieran la maquinaria legal en marcha. Pese a todo yo hice lo que debía y jugué mis cartas hasta el final. Anteayer hablé con Barón, buen amigo, y me confirmó que efectivamente habían sido ellos y que los dibujos van al Prado. Las obras en cuestión, totalmente inéditas, pertenecen a un grupo de dibujos de retratos en busto, hechos por Goya hacia 1798, preparatorios para ilustrar el libro de su amigo Ceán Bermúdez sobre biografías de artistas españoles eminentes. Goya no grabó finalmente los retratos por motivos que ignoramos y el libro se publicó en 1800 sin las ilustraciones. Los dos dibujos subastados son retratos a sanguina del escultor sevillano Pedro Roldán y del pintor Felipe Liaño. De ambos personajes existe otra versión, más insistidas y diferentes en factura a las que ahora han aparecido. En el caso del retrato de Pedro Roldán es muy evidente; el ejemplar subastado es técnicamente muy superior a la versión del British Museum, que era la conocida y admitida como autógrafa, pudiendo aparecer ahora serias dudas para mantener su autoría. El Prado ha materializado una operación exitosa, pues no conservaba ninguno de los dibujos de la serie y estos dos se los han regalado. A mí me queda el orgullo de haber sido, junto con él, los únicos en España que hemos sabido identificarlos.
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