Pues yo lo veo así
Esteban Requena Manzano
Tergiversaciones agrevivas
Cada 16 de noviembre, es el Día Internacional del Patrimonio Mundial. Fue en París el día en 1972 cuando se firmó la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural. Los miembros de la UNESCO aprobaron la Convención para proteger el imparable deterioro de algunos de los monumentos emblemáticos por todo el mundo, referentes de la cultura de los pueblos en el transcurso de la Historia. Se trata de un título que pretende catalogar, proteger y divulgar sitios de importancia cultural o natural excepcional. Entre los lugares que son Patrimonio de la Humanidad, se puede distinguir entre zonas culturales y naturales. El patrimonio cultural comprende monumentos, obras de arte, construcciones y zonas de valor arqueológico. En España existen 48 lugares declarados como tal, es uno de los países con más sitios proclamados con el título, concretamente el tercero, por detrás de China e Italia.
El patrimonio natural son aquellas zonas de gran belleza o interés científico, ya sea desde un punto de vista geológico, o por su fauna y flora. Destacan los que pueden considerarse una “obra maestra” del ser humano, o representar valores esenciales para una cultura. El proceso para ser declarado patrimonio de la humanidad es algo más complejo; una vez incluido en la lista, los lugares cuentan con una ayuda internacional para su mantenimiento. Por otro lado, se encuentra el patrimonio cultural inmaterial, una lista que recoge tradiciones, prácticas o formas de arte que pasan de generación en generación, por ejemplo: el flamenco.
La destrucción de la cultura ha sido un mecanismo muy recurrente para eliminar la memoria, los valores y el legado de los adversarios. En el año 2001, los talibanes destruyeron los milenarios Budas de Bamiyán, localizados en Afganistán. En 2011, en Mali, durante la Revolución tuareg, la ciudad de Tombuctú, quedó destrozada. Un informe de la UNESCO muestra cómo los países africanos han perdido cerca del 95% de su patrimonio cultural. En Bangladesh, tras la guerra de independencia de los 70, se destruyeron más de 2.000 templos hindúes en todo el país. Durante la guerra del Golfo de 1991 en Irak, se estima que fueron robados unos 15.000 objetos del Museo de Bagdad…etc. La contribución de los programas y las políticas culturales a la consolidación de la paz alcanza cada vez más relevancia, sin embargo, aún queda mucho por recorrer.
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