Antonio Lao
El silencio de los pueblos
Aviso inicial para aquellos que comiencen a leer. No trataré, en ningún caso, de culpar a nadie de lo que sucede en los centros urbanos de la ciudad. El desierto comercial que se atisba, cada día va a más en las capitales de provincia, - en Almería también-, se produce por una concatenación de circunstancias, muchas de ellas ajenas a los gobiernos municipales, que nos llevan de forma irremediable a entender en el futuro las capitales y grandes urbes con conceptos que poco o nada tienen que ver a como lo hacemos ahora. Hace unas semanas mi compañera Victoria Revilla daba un dato estremecedor: entorno al 25% de los locales comerciales del Paseo de Almería están cerrados a cal y canto y con el cartel de “se alquila” colgado en algún lugar de la fachada. Una situación así la podemos encontrar en Granada, donde estuve hace unos días, en Jaén y en otras tantas ciudades y pueblos de este país que nos deben hacer reflexionar hacia donde nos dirigimos y qué concepto de ciudad queremos para el futuro. Los centros comerciales, las compras por Internet, las dificultades de aparcamiento en los cascos históricos, los altos precios del alquiler y un mal entendido concepto urbano de éstos, se apunta como posibles causas del abandono paulatino de los compradores de las tiendas de barrio, del ultramarino de toda la vida o de la pequeña superficie, que un día fue la estrella de las compras y que hoy baja la persiana aburrido por la falta de clientes, saturado por el alquiler y, sobre todo, incapaz de competir con la comodidad de las grandes superficies y el avasallador internet.
Muchos y variados son los intentos de resucitar al muerto. Lamentablemente cuando no hay vida es imposible tratar de buscar el regreso de lo que un día fue fantasía, cercanía y efervescencia. Ya no queda nada.
Los conceptos son otros y no pasan precisamente por la apertura de nuevas tiendas como las de siempre. Cuanto antes entendamos que eso pasó, antes seremos capaces de buscar alternativas que recobren para los centros de las ciudades la cotidianeidad que un día tuvimos y que hoy se marchitó. Aquello de la ciudad amable de la que tanto se nos llena la boca es la clave para entender la que se nos avecina. Si somos capaces de arbitrar y equilibrar los nuevos conceptos empresariales basados en el turismo sostenible, en el ocio controlado y en las tiendas de cercanía, con otros horarios, tenemos una oportunidad. Y para ello, claro está, aquellos que gobiernan deben ser decididos. Hay que acabar con un Paseo de Almería que no sabemos lo que es. Con un carril vacío, que pocos usan y que molesta más que beneficia. La peatonalización se me antoja fundamental para buscar alternativas. Pero si el miedo atenaza hasta los corazones más aventureros, regresemos a lo de siempre y, al menos, facilitamos la movilidad sobre cuatro ruedas.
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