La Tapia con sifón
Antonio Zapata
Pimentón en Nochevieja
Desertar significa abandonar las obligaciones o los ideales. Desertar y desierto tienen familiaridad. Un desierto es un lugar despoblado, un territorio arenoso o pedregoso, con escasas lluvias y falta de vegetación. Una de las grandes obras de arte del cine nos cuenta parte de la historia de los desiertos de Arabia, Sinaí y Oriente Próximo. El levantamiento árabe contra el Imperio Turco Otomano (1916-1918) Es Lawrence de Arabia del maestro David Lean. Felizmente parte de la película se rodó en Almería. Las grabaciones comenzaron el 21 de marzo de 1962, recorriendo las dunas de Cabo de Gata, las ramblas de Tabernas, Carboneras y la capital. Terminaron de rodar el 7 de julio. El film se estrenó en Londres el 10 de diciembre de 1962. David Lean es un maestro de directores. Cuidaba meticulosamente los detalles, sobre todo la ambientación y el guión. También fue pionero en dar relevancia a la banda sonora, la música, en sus películas. En el arte, como en la vida, hay que cuidar los detalles, los matices. Vida y arte van unidos. De otro modo sería imposible no caer en la desesperación y la misantropía. La maldad humana es el mayor y más atroz de los desiertos. En la última parte de la película hay un dialogo sobre las mentiras en el poder y la política. T. E. Lawrence (Peter O’Toole) llega al cuartel general británico en El Cairo. Se encuentra con el general Allenby (Jack Hawkins) el príncipe Feisal (Alec Guinness) y con el Sr. Dryden (Claude Rains). En ese momento T. E. Lawrence se entera del acuerdo Sykes-Picot, firmado el 16 de mayo de 1916, por el que Paris y Londres se repartían las provincias otomanas de Oriente Próximo, sin que aparecieran en él ni la patria judía ni el Estado árabe. “Sr. Dryden: Pues verá, el Sr. Sykes es un funcionario inglés. M. Picot es un funcionario francés. El señor Sykes y monsieur Picot han dispuesto que después de la guerra Francia e Inglaterra deben repartirse el Imperio Turco, incluyendo Arabia. Han firmado un acuerdo, no un tratado señor, un acuerdo a ese efecto. Lawrence: Puede haber honor entre ladrones, pero nunca lo habrá entre políticos. Dryden: Déjese de exhibiciones de indignación. Tal vez no lo supiera pero si lo sospechaba. Nosotros hemos dicho mentiras. Usted medias mentiras. Un hombre que dice mentiras como yo, tan solo oculta la verdad. Pero un hombre que dice medias mentiras no sabe dónde está la verdad”.
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