Derechos del abuelo y del nieto

Yo soy abuelo y no les puedo transmitir esa sensación. Indescriptible. “Solo quiero ver a mis nietos”, repite una y otra vez una abuela entre sollozos, en los juzgados. Su abogado intenta calmarla antes de entrar en la sala. La escena pasa desapercibida en medio del bullicio de la agitada mañana en el edificio judicial. Reparé en ella; me hizo reflexionar sobre un drama privado, silencioso, sin foco en los medios de comunicación, siempre tan saturados de noticias bélicas, lo caro que está todo y la corruptela en la clase política. La estrecha relación personal entre abuelos y nietos es siempre enriquecedora, nadie lo duda. El tiempo que compartimos tiene grandes beneficios para ambos, además de una inestimable ayuda en la conciliación familiar. Muchos mayores están cuidando de los pequeños desde su nacimiento, dejando a un lado su vida privada; a veces asumen tantas tareas que se habla del “síndrome del abuelo esclavo”. Divorcios, matrimonios rotos por mil causas, fallecimientos de uno de los padres, o el peligroso desapego de las familias, pueden originar la separación de estos retoños con sus ascendientes más mayores.