A Vuelapluma
Ignacio Flores
Los míticos 451º F
El Pingurucho
El Tribunal Superior de Justicia ha venido a poner orden en un asunto muy importante, como es el derecho de las personas al descanso. Tras un largo proceso judicial iniciado por los vecinos del centro, el Ayuntamiento ha sido condenado por su “inactividad” para evitar el “impacto sonoro elevado” de una zona muy bulliciosa, catalogada ya de antemano por el propio Consistorio como “saturada”.
Almería es una ciudad ruidosa. Lo vemos cada año en nuestra Feria, lo observamos los fines de semana en nuestras calles, y muchos vecinos, por desgracia, especialmente del centro histórico, lo sufren a diario también en sus hogares. Esto ocurre porque unos pocos vulneran el derecho al descanso que tenemos todos, “un derecho fundamental”, tal como recoge la propia sentencia del TSJA, entre ellos, el propio Ayuntamiento con su maquinaria de limpieza. De hecho, la mayor parte de quejas y sugerencias que los almerienses formularon el pasado año al Ayuntamiento tenían que ver con el ruido.
La hostelería es una actividad económica que reporta importantes beneficios. ¿Qué sería del centro histórico de la ciudad, tras hundir el PP el sector comercial, si no fuera por los numerosos establecimientos de restauración y ocio que lo pueblan? Sin embargo, promover el desarrollo económico no puede ser patente de corso para que algunos empresarios poco respetuosos campen a sus anchas, saltándose a su antojo derechos fundamentales y la propia normativa municipal de ruido.
Satisface comprobar que, a pesar del calvario que viven estos vecinos y del tiempo transcurrido, finalmente se haya impuesto la cordura. Por eso, sorprende que la alcaldesa haya anunciado que va a recurrir dicha sentencia, olvidando su responsabilidad a la hora de conseguir que la normativa de ruido y las ordenanzas sobre la ocupación del suelo público se cumplan.
El propio tribunal le recuerda a la alcaldesa que ha sido incapaz de hacer cumplir el Plan de Acción que ella misma elaboró para esta zona, entre cuyos objetivos estaba el de establecer distancias mínimas entre las terrazas, limitar el horario de cierre de los establecimientos y adecuar la maquinaria de limpieza a la normativa de ruido. No se trata de elegir entre hostelería o descanso vecinal, sino de armonizar la actividad económica con el derecho al descanso de las personas.
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