
Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Sánchez desencadenado
Corre por Facebook una viñeta que maldita la gracia. Se ve una tumba con un epitafio en la lápida: “Decidle a Moreno Bonilla que ya no necesito la Dependencia”. Lo malo es que eso está pasando. Hay gente que se muere sin haber recibido la asistencia establecida en la Ley de Dependencia porque la gestión que hace la Junta de este servicio es desastrosa. Desde que Moreno Bonilla entró en la Junta la Dependencia, como la Sanidad y la Vivienda se han deteriorado notablemente. La Dependencia es singularmente cruel, pues se dan casos de personas de noventa años que no reciben ni la prestación mínima en horas semanales. En una de las sedes de la Junta en Almería me reconocen que eso está funcionando muy mal, que la Junta ha prometido, de palabra, eso sí, nada por escrito, que este año le van a dar un avance, pero que las cosas de la Junta, ya sabe usted, van lentas, que hay que tener paciencia. ¿Paciencia?, respondí. ¿Y si mientras pasa lo de la viñeta de Facebook? Que la prestación mínima ahora es de 20 horas semanales y que si mi familiar recibe solo diez lo mejor es volver a solicitar el cambio, porque la revisión no es automática, se ve que la informatización de la Junta no llega a tanto. Una señora en la cola, que esa es otra, no nos quitamos las colas de encima, nos persiguen desde la posguerra, no funciona la Administración si no es a base de colas, pues una señora de la cola me dice que aquí, si no tienes padrino no te bautizas, porque hay casos de inusitada rapidez en la concesión de la prestación por Dependencia frecuentemente ligados a amistades dentro de la Junta. A esto estamos llegando en Andalucía, en Almería con esto de la Dependencia: al clientelismo, al nepotismo, al enchufismo. Impensable en los tiempos que corren, pleno siglo XXI, pero así es. A esto nos está llevando la nefasta gestión de la Junta de Andalucía, por injusto que eso sea. Queda el consuelo de que precisamente la Dependencia, como la Sanidad o la Vivienda, van a ser la tumba –política, ya me entienden– de Moreno Bonilla, por mucho bombo que se de en los telediarios y por mucho turismo, paisaje, gastronomía, procesiones, toros y tradiciones que nos quiera meter por Canal Sur, su televisión privada. Así que habrá que volver a echar los papeles y, esta vez, mirar con quién se puede hablar para que le dé impulso a la cosa. Y que mientras no se nos muera el familiar dependiente. Amén.
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