Por la democracia

República de las Letras

Eescribo este artículo el sábado, día 8, Día de la Mujer. En todo el mundo, también en España, las manifestaciones han sido bajo lemas antirracistas y antifascistas. Ya escribí aquí que la mejor oposición a la ola de fascismo mundial tendría que provenir de los colectivos, especialmente el de mujeres. Porque la ultraderecha representa un atraso en sus reivindicaciones, un peligro para la igualdad y la seguridad que demandan organizadamente desde hace 50 años. Ser mujer, hoy día, no es compatible con ser fascista. Igual para los demás colectivos. El LGTBIQ+, por ejemplo, sería perseguido y diezmado, y obligado a la clandestinidad bajo un régimen de extrema derecha, como la Historia nos ha mostrado. A los inmigrantes que necesitamos para el sostenimiento del sistema de pensiones y para realizar los trabajos pesados que ya no queremos desempañar nosotros, les sería igualmente nefasto. Y con el ultraliberalismo salvaje que el neofascismo lleva aparejado, sería también perjudicial para las pensiones, la sanidad y la educación públicas, la dependencia, la asistencia social, la justicia independiente… Un colectivo muy preocupante en el mundo actual es el de los jóvenes. Entre ellos el fascismo cobra adeptos. Resulta que la democracia no les ofrece las expectativas de futuro que precisan. El acceso a la vivienda, singularmente, pero también el sistema educativo –anticuado, basado en el logro y la competencia entre supuestamente iguales–, los modos de participación política, la clasificación económico-social con escasas y duras posibilidades de redención no les ofrecen horizontes, tal y como ocurrió en Alemania durante los años 20 y 30 del siglo pasado. Se impone una reacción del Estado ante esta problemática social. Si no, la juventud será campo abonado para la cháchara extremista, un caladero de votos que hasta ahora es aún de la izquierda. El cambio es posible, como lo ha sido siempre. Es necesario. Imprescindible. Si el estado de cosas persiste, si no se les dan esperanzas a los jóvenes, la extrema derecha seguirá avanzando bajo el paraguas trumpista y la democracia estará en peligro. Mujeres, LGTBIQ+, pensionistas, dependientes, jóvenes, la sociedad civil en general tiene en sus manos su destino. Por encima de las divisiones partidistas. Frenar al fascismo es posible. Con el voto. Por nuestros hijos y nietos. Fortalezcamos la democracia para no tener que llorarla.

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