Democracia: cuestión de conciencia

31 de julio 2024 - 03:09

Ciertosel ejercicio del derecho democrático tiene lo que tiene. Cuando el resultado sale a favor, todos estamos contentos y proclamamos la democracia en un alarde de lucidez. Y cuando no es así, achacamos el resultado a la tiranía de la mayoría.

Sin embargo, todos somos conscientes que siempre debe existir un órgano público y democrático que vigile a quienes nos gobiernan. Esto último se llama Poder Judicial que debe ser independiente y no estar sometido al resto de los poderes del Estado, ni tampoco del cuarto poder, el del sistema.

Los resultados electorales, como cualquier otra cosa en la vida, sirven para dejar patente la necesidad de realizar un ejercicio de crítica y auto-crítica. En los últimos años, se ha reducido al pueblo a un ente fácil de gobernar, ignorante y factible de influenciar. Todo está controlado. Pero, por lo general, la ciudadanía es sabia. Y más en el ejercicio democrático.

Si por un casual fuésemos lo suficientemente honestos, deberíamos enfrentarnos al dilema de qué se ha realizado mal para que el elector, en su uso legítimo del voto, opte por una opción u otra, y qué mecanismos existen para blindar que el procedimiento sea lo más transparente y fiable posible.

Los auges de los extremismos son el resultado de la falta de atención a temas tan importantes que, por la distancia de los líderes con aquellos a los que les debe el servicio y sus funciones, se han alejado. Todo ser humano se mueve por convicciones, en tanto en cuanto, tales premisas les hace seguir adelante, les ofrece una esperanza, una oportunidad, una alternativa, promesa que por imperativo legal se debería cumplir, cosa que no suele pasar -quiénes vigilan a quienes nos gobiernan: pues eso-.

Y todo esto se ha ido gestando al calor de la polarización. La eterna beldad que sigue rigiendo las almas de quienes, en teoría, viven en este estado de derecho, social y democrático. Pero que con el paso del tiempo se ha demostrado que cada vez pierde peso y que el ciudadano demanda más gestión: control y administración de recursos, aplicación de medidas y mejoras para la defensa de un estado de bienestar y confort, para mantener el mínimo de dignidad que merecen sus ciudadanos.

La democracia es un bien preciado que si no se cuida y se defiende, nos lo arrebatan y después vienen los lamentos, cuando ya no hay marcha atrás.

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