Reflejos
Francisco Bautista Toledo
Víspera de difuntos
La muerte de cuatro gacelas y un arruí en la finca del Consejo Superior de Investigaciones científicas ha vuelto a ser noticia a raíz de varios informes solicitados por el Juzgado de Instrucción número 2 al Ayuntamiento de Almería sobre el festival de música “Alamar”, celebrado el pasado mes de junio en el parque de La Hoya. La solicitud ha sido formulada por la titular de dicho juzgado en respuesta a una denuncia formulada por el Grupo Municipal Socialista contra el equipo de Gobierno. No es mi intención entrar en las responsabilidades jurídicas, cuyo resultado está pendiente de la decisión que en su día adopte el juzgado correspondiente. Pero analizando los hechos, de lo que no cabe duda es de la imprudencia que cometió el Ayuntamiento desatendiendo los informes de personas autorizadas que advirtieron de los daños que pudiesen ocasionar los altos decibelios en la salud de las especies en extinción que se hayan bajo su protección. La veterinaria Sonia Domínguez y la investigadora Eulalia Moreno advirtieron que los animales no están acostumbrados al ruido y podrían sufrir un estrés que provocase malas consecuencias. Y la directora del centro Teresa Albáigar pidió a la alcaldesa el traslado de los conciertos a otro lugar. La respuesta de la alcaldesa fue hacer oídos sordos a los requerimientos de las personas responsables del cuidado de los animales, y continuar con el festival programado en base a un informe, cuyo autor se desconoce. El Parque de Rescate de la Fauna Sahariana, ubicado a los pies de la Alcazaba, se creó para rescatar gacelas y arruís africanos a punto de desaparecer y su posterior traslado a África. Se instaló en Almería considerando que era el lugar más idóneo debido a sus condiciones climatológicas y se convirtió en una peculiaridad, única en España, que debería de ser tenida en cuenta como uno de los principales atractivos de nuestra ciudad. Pero en Almería somos propicios a no valorar nuestro patrimonio. No es la primera vez que me refiero al peligro que corrieron el Cable del Mineral y el Monumento a los Mártires de la Libertad que, afortunadamente, se han librado del derribo. No corrió la misma suerte el barrio andalusí conocido como El Mesón Gitano y se avecina un atentado al parque natural con la construcción de un hotel en la bahía de los Genoveses. Y para el Ayuntamiento era más importante animar la fiesta con un grupo musical subido en un escenario que proteger a la fauna sahariana.
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