La esquina
José Aguilar
Un fiscal bajo sospecha
Comunicación (Im)pertinente
Apareció al fondo de la calle, en dirección al edificio central de la UAL, abriendo los brazos a todo lo que daba su extensa humanidad, para llegar hasta mí. Entonces me cogió la cabeza y simplemente la acurrucó entre sus brazos poderosos. Yo acababa de enterrar a mi hermana, pero no hizo falta decir ni una sola palabra, porque, antes que nada, era mi amigo. De Daniel Fuentes González pueden, y deben, decirse muchas cosas. Para empezar, ha sido un investigador excelso. Su tesis doctoral, un estudio sobre actitudes sociolingüísticas en Almería, ya fue una aportación histórica, el primer análisis estratificacional de evaluación sociolingüística que se realizaba en España. Ese trabajo presagiaba una de las señas de identidad que se han mantenido constantes en el perfil científico de Daniel Fuentes González: su permanente compromiso con la extensión del conocimiento. Lo ha hecho de una forma tan atractiva como poderosa. El lingüista Fuentes González nos ha enseñado a observar la realidad más allá de lo inmediato, a reparar en lo apenas perceptible, a profundizar en la inmensidad de lo cotidiano. Todo eso lo ha hecho, además, desde un conocimiento, no por prudente y humilde, menos abarcadoramente enciclopédico. Por ahí ha ido desgranando ángulos impensables de observación, temáticas imprevistas, retos metodológicos, siempre desde un inalterable compromiso científico y ético. Porque para Daniel ser científico formaba parte de su entidad como ciudadano responsable, solidario y comprometido.
Desde luego , Daniel tuvo un talante excepcional, por ejemplar, pero también por infrecuente. De nada de lo anterior hizo la más mínima ostentación. Su vastísima cultura, su profundidad lingüística, la ejercía con la naturalidad del saber de un campesino que mira al cielo para descifrar el tiempo, como una sencilla y consustancial parte de la vida. No es de extrañar que con esos ingredientes, con ese profundo poso humanístico, con su generosidad inagotable hacia sus estudiantes, Daniel fuera un docente de referencia, una personalidad que ha dejado una huella insustituible en la UAL. La universidad se ha quedado sin el profesor que ha sido parte sustancial de su historia y su identidad. Yo , además y sobre todo, me he quedado sin cuatro décadas de amistad, en el más puro sentido del término, con nuestros aciertos y nuestros errores, como el goteo de la vida en sí misma.De manera que solo me queda salir a la calle, con los brazos abiertos y la ilusión de, no sé cómo, darle un abrazo cósmico, en otra dimensión.
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