Luis Ibáñez Luque

Da igual, somos docentes

11 de octubre 2024 - 03:08

Aquel día, el técnico de ensamblaje estaba especialmente emocionado. Por primera vez iba a participar en el montaje de un nuevo modelo de avión. Antes del montaje, era imprescindible que recibieran una formación técnica muy compleja, de 200 horas. En esta ocasión, la empresa había decidido que, por motivos de rentabilidad y eficiencia, la formación iba a ser íntegramente online. Había muchas nuevas piezas, nuevos materiales y nuevos componentes. Tras dicha formación, los técnicos irían directamente a la cadena de montaje. Al conocer estos detalles, el primer piloto de pruebas sentenció: «yo ahí no me subo, estos técnicos nunca habían visto estas piezas».

Terminando la especialidad de neurocirugía, aquel estudiante nunca se había enfrentado a dirigir por sí mismo una operación de tal complejidad. Para completar su formación, le ofrecieron un completísimo curso online con vídeos de los mejores especialistas a nivel mundial, donde se mostraba de manera pormenorizada cómo intervenir. Nunca antes había utilizado ciertas técnicas, pero su interés fue máximo, porque el examen final consistía en dirigir una operación real. Pasadas 48 horas de dicha operación, el paciente falleció. «Nunca antes había tocado un cerebro de verdad», dijo el cirujano.

Es evidente que ninguna persona en su sano juicio se subiría a ese avión, ni se dejaría operar por ese cirujano que nunca habían visto la materia prima en directo, en persona, nunca habían tocado, sentido, olido ni vivido la sensación real de montar un avión o abrir una cabeza. Hay cierto tipo de conocimiento que solo se puede adquirir desde la acción.

Ahora bien, si esto ocurre en educación, tampoco es tan importante, porque «¡total, solo estamos hablando de niños y niñas!», «solo estamos hablando de aprender», «solo estamos hablando de ser buenos docentes». Es indignante que algunos de los organismos más importantes de formación del profesorado impongan que la formación del profesorado tenga que ser exclusivamente online, basándose en criterios exclusivamente económicos. Ciertamente, hay montones de cuestiones burocráticas, organizativas y normativas que se pueden hacer mediante un curso online, o incluso enviando un simple correo electrónico, pero debemos recordar que trabajamos con seres humanos, no con papeles, y que solo podemos llegar a entendernos, construir o aprender mediante la interacción. Un gran despropósito.

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