Francisco García Marcos

Cuponazo automático

Comunicación (Im)pertinente

03 de agosto 2024 - 03:08

Hubo un tiempo triste y ajado en que España era un potencia mundial en los 500 metros obstáculos-campo a través, una modalidad sin reconocimiento olímpico, pero muy frecuentada en nuestro país. Una vez que soltaban a los grises blandiendo la consustancial porra, la multitud corría desaforada por las calles, lo más deprisa posible, en busca de cualquier posible cobijo. Antes de iniciarse tan sombría prueba atlética, los participantes reclamábamos amnistía y libertad a voz en grito. Aunque sabíamos que quienes nos oían harían caso omiso, venía a ser el resumen explícito de por qué estábamos ahí.

Un buen día alguien apareció con una encomienda de obligado cumplimiento dictadas desde las alturas del partido. Había de incluirse también el estatuto de autonomía en el listado de oprobios causados por la feroz dictadura. En las bases no se entendía demasiado ese nuevo ingrediente en la lucha antifranquista, tan desapercibido hasta ese momento, tan intangible en la cotidianidad, tan desvinculado de la conciencia política colectiva. Fue una decisión de diseño, una estrategia a largo plazo de la izquierda para evitar (en teoría) que el nacionalismo capitalizase el amor al terruño.

Para empezar, ello introducía una paradoja bastante ostensible, tragicómica por momentos. Los nacionalistas no se dignaban a manifestarse junto al populacho. Es más, no mucho tiempo después llegaron a nutrirse de conversos del propio Franquismo, como le sucedió a la antigua Convergencia de Pujol. Para continuar, de lo que no fueron conscientes entonces, ni probablemente ahora, es que ello comportaba una irreparable cesión ideológica, incluso una suplantación de la cosmovisión inherente a la izquierda. Valores propios como el progreso, la solidaridad o el cosmopolitismo fueron siendo sustituidos por el ideario rancio y ñoño del más burdo romanticismo decimonónico, las tradiciones patrimoniales, el espíritu de campanario, el egoísmo consustancial, incluso una no tan velada pureza racial, siempre desde un trasfondo políticamente reaccionario. Por descontado, ello generaba una fatal dinámica de contradicciones en la izquierda que ha terminado por explotar ahora. El gobierno central va a conceder prebendas especiales a Cataluña, como en su día se le dieron a Navarra y País Vasco. He leído a mi amigo Enrique Myro llamarlo el “cuponazo”, todo un hallazgo terminológico, propio de un magnífico narrador como él.

stats