Iván Garrido Jorquera

El cristo de Bacares y el hermano Ramos

13 de mayo 2024 - 00:30

Al igual que muchas de las imágenes religiosas de nuestra geografía, y sus respectivas devociones, el Santo Cristo del Bosque, patrón del municipio de Bacares, también cuenta con su propia historia oral que bascula entre la leyenda y la novela. Una tradición que, como en tantos otros casos, a momentos confluye con lo revelado por las investigaciones históricas fruto del trabajo en archivos y en otras fuentes documentales de las que se sirven los historiadores. Y es que en los mitos y las leyendas en torno al hecho religioso y su fenomenología, tan abundantes en las tierras del sudeste peninsular, la realidad y la ficción se entremezclan compartiendo un base común de verdad más allá de las habituales exageraciones o desvirtualizaciones.

Cuenta la novelada e ingeniosa “Relación histórica y verdadera del Santo Cristo del Bosque“, que cada 14 de septiembre se recita ante la ermita situada en el paraje llamado El Bosque en el que la leyenda sitúa la aparición de la imagen, que la llegada del Crucificado se produjo gracias a la intercesión de un hombre, de aspecto sencillo y hábito de ermitaño, que dijo llamarse Hermano Ramos. Contemporáneo de la citada “Relación”, y fechable en los primeros años del pasado siglo XX, encontramos el texto inscrito en el reverso de una estampa impresa en la Tipografía “La Independencia”, de Almería, que nos informa de que a principios del siglo XVII vivían en Bacares “unos cincuenta buenos y piadosos cristianos viejos, y entre ellos un varón venerable a quien llamaban el Hermano Ramos, hombre de ajustadas costumbres que hacía vida de penitente en la cueva llamada El Pocico Hernández”.

Esto es lo poco que hasta tiempos recientes sabíamos sobre el hermano Ramos, pues ni siquiera conocíamos si su paso por este mundo se había producido realmente o era un personaje inventado desde la óptica de esa leyenda. Sin embargo la historiadora Soledad Lázaro Damas, en un magnífico trabajo de investigación titulado “El escultor y pintor Juan de Freila. Obras documentadas entre 1620 y 1632” publicado en la Revista Arte y Patrimonio, ha documentado la existencia de Francisco Ramos. Un vecino de Bacares que el 8 de septiembre de 1621 comparece ante Juan de Zaraín, escribano público de la ciudad de Baza, para formalizar el contrato de obligación por el que se encarga al tallista Juan de Freila una escultura de un Crucificado “que ha de ser de dos varas de alto desde la punta del pie hasta la coronilla” y que debía parecerse al existente en la “capilla de Miranda en la capilla de Nuestra Señora de la Merced”. El referido protocolo notarial también apunta que dicho encargo debería entregarse a Francisco Ramos, o a quien le representase, en la ciudad de Baza el “Domingo de Lázaro” del año 1622 tras haber satisfecho el precio de 54 ducados, pagaderos en tres plazos sucesivos que se debían satisfacer el día de Todos los Santos de 1621, el día de Pascua de Navidad y el día de la entrega. Si las obligaciones contraídas por ambas partes se cumplieron según lo estipulado en el referido protocolo, Francisco Ramos debió recoger al Crucificado el Domingo de Lázaro, es decir, el domingo anterior al Domingo de Ramos de 1622, llegando en días posteriores a Bacares, que por entonces era una villa cabeza del señorío almeriense del conde de la Puebla del Maestre. Un conjunto patrimonial conformado por esa población además de Gérgal, Velefique y su anejo Febeire, sin olvidar el estrecho vínculo de Bacares con los obispos de Almería que solían pasar largas temporadas del año en su residencia del pueblo. Sería un año después, ya en 1623, cuando fray Juan de Portocarrero otorgaría testamento encontrándose en Bacares y ante el escribano público de Tíjola.

Otro aspecto a destacar es que Francisco Ramos actúa en nombre propio, y no en representación del consejo o de cualesquiera de las cofradías o hermandades entonces existentes en la localidad, por lo que sufraga con su propio patrimonio la entonces nada desdeñable cantidad de 54 ducados. Algo que la escritura de obligación recoge al mencionar que él hipoteca “las tierras y casa que tiene en la dicha villa de Bacares que sus linderos constarán por el libro de concejo de dicha villa” para dar garantías del pago. Una clara indicación de que Ramos encargaba un Crucificado que no alcanzaría el patronazgo de la villa de Bacares hasta el, por entonces muy lejano, año de 1768, porque no debemos olvidar que San Marcos fue el patrón del pueblo hasta esa fecha. De facto, Ramos adquiría en nombre propio una “hechura de Cristo” que debió ir ganando prestigio y recogiendo la devoción de los vecinos a lo largo de los años y de las décadas siguientes, alcanzando esa “pública fama” que lo encumbró hasta desbancar al “Glorioso San Marcos”, al que tan frecuentemente se referían los testamentos de los bacareños hasta bien entrado el siglo XVIII por las muchas misas y mandas que le ofrecían.

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