Sin complejos
La mentira histórica
Las hordas rebeldes finalmente salieron a la calle. Madrid era un fragor de fascistas, limpios y bien perfumados con vestimentas adecuadas para tomar el poder. Los niños con bigotito recortado, las niñas con largas trenzas anudadas a la nuca al estilo germánico. Impresionante el paso marcial de aquella multitud hacia la Plaza de Felipe II .No cabía duda, lo del domingo 24 fue una rebelión contra el Estado Democrático y de Derecho tal como previsoramente anunció la Portavoz del Gobierno, un prodigio mental en esta Corte de los Prodigios. Acudieron decenas de miles que vociferaban temerariamente en defensa de la Constitución como arma de largo alcance contra el Gobierno en funciones. Contra la amnistía anunciada a delincuentes condenados por el Tribunal Supremo para mayor beneficio de un golpista reclamado por la Justicia española, contra el referéndum de autodeterminación; un órdago insoportable al Gobierno en funciones. Los conjurados gritaban con ardor en favor de la integridad territorial de España pidiendo respeto a los Tribunales de Justicia, al cumplimiento de las Leyes, y la independencia de los jueces; material tóxico para el Gobierno en funciones. Y clamaban por la igualdad de todos los españoles ante la Ley. Toda una declaración de rebeldía ciudadana frente al despotismo sin ilustrar de un sátrapa investido de guaperas de escaparate. Imposible de asumir por el Gobierno en funciones.
Los tanques y otros artilugios no llegaron a tiempo por los consabidos retrasos de Amazon. Pero bastaron algunas muestras de los congregados, fascistas por supuesto, para poder calificar el acto como una peligrosa rebelión; rechazo frontal a la impunidad, cumplimiento íntegro de las condenas a los golpistas, voluntad de defensa de la nación política titular única de la soberanía .Es decir, una respuesta rotunda y contraria al reto que el Gobierno en funciones está sometiendo a los ciudadanos, se supone que libres para expresar sus opiniones contra el Gobierno en funciones al que reclamaban la igualdad en derechos y garantías en todo el territorio nacional .Esto lo califica el prodigio de Puertollano y Portavoz del Gobierno como un golpe de Estado. No satisfecha y siempre servil al Sátrapa dueño de la Poltrona que ella ocupa provisionalmente, la Portavoz calificó de expresión de “odio” las proclamas de los manifestantes. Algo debió agitar su poltrona cuando visualizó las imágenes de las TVs sobre la magnitud de los rebeldes allí congregados, todos fascistas sin duda alguna. Y recurrió a las más mostrenca de las descalificaciones, recurrió al “odio” palabra de gran calado que dicho en boca de una dirigente socialista produce cierto sarpullido. Y debió ser que en aquellas imágenes de la multitud en la Plaza de Felipe II y en las calles adyacentes imaginaría decenas de contenedores y vehículos incendiados, escaparates destrozados, cajeros bancarios saqueados, en fin lo que suele ocurrir en los tumultos desde la alianza del PSOE con la extrema izquierda que tanto aporta a la convivencia cívica y pacífica. Imágenes similares a las de ciudades de Andalucia la misma noche del 30 de diciembre de 2011 cuando el centro derecha ganó las elecciones autonómicas. Aquella noche se sucedieron actos de suma violencia entre gritos y proclamas contra el fascismo. Una contradicción en sus términos; la violencia extrema de las izquierdas rugientes contra el resultado de las urnas. El prodigio de Puertollano estaría degustando una tortilla de espárragos, muy compungida frente al televisor.
Como cabía esperar, Feijoo no obtuvo los apoyos parlamentarios necesarios para gobernar. Sin embargo, su intervención en tono mesurado con sustancia política ha servido para vigorizar la institución del Congreso donde reside la soberanía del pueblo. Fue un discurso muy medido y con propuestas claras sobre el presente y el futuro de España con referencias directas al Presidente del Gobierno en funciones. Feijoo reafirmó ante los diputados lo que ya dijo ante cerca de 65.000 congregados en Madrid. Ha dejado claro que el PP tiene un programa para mejorar la vida de los españoles, revitalizar la economía, fortalecer la productividad y en el orden político defender la integridad territorial de España, mejorar la administración de Justicia con medios materiales y humanos, reformar leyes encaminadas a recuperar las penas por malversación y un tipo penal para la “deslealtad a la Constitución” aplicable a Puigdemont.
Peter atendió el discurso de Feijoo con gesto estólido y cuando le correspondió su turno de réplica hizo lo que mejor sabe hacer, burlar las normas de la democracia parlamentaria. Es lo que siempre hace cuando debe responder de sus responsabilidades, no darse por enterado de lo que se dice o se debate en el Parlamento, tampoco cuando los medios de comunicación le interpelan sobre asuntos escabrosos. La solución, sacar a la tribuna a un inane diputado que con muescas grotescas no parece que entendió el rotundo mensaje del candidato y se lució con un muestrario de zafiedad, grosería y falta de rigor parlamentario. Habremos de recordar que este “gorilero”, en acertada expresión de Jorge Bustos, sucede en el escaño a Gregorio Peces Barba, ilustre jurista, padre de la Constitución y parlamentario de altura intelectual y ética. Hasta ese nivel de degradación ha logrado descender el sanchismo bajo las siglas del PSOE.
El resumen de lo acontecido en la semana; un respaldo público de masas al líder de la derecha, un político que emerge con capacidad de liderazgo, una candidatura mayoritaria en votos y fallida por falta de apoyos parlamentarios. Un nuevo candidato que en octubre probablemente será elegido presidente del gobierno con apoyos arrancados debajo de las piedras, a las puertas del averno. Tres imágenes dejan huella en la crónica parlamentaria; La cortesía, la educación, el brindis al consenso, los pactos de Estado y la convivencia pacífica entre todos los ciudadanos según las palabras de un candidato derrotado. La altanería, el gesto despreciativo y la cobardía de un candidato incapaz de asumir el sentido esencial del debate parlamentario. Y los grotescos rugidos de un tipo de aspecto simiesco disfrazado de gorila que irrumpió en la tribuna sin honrar a sus predecesores en tan alta representación.
Toda apunta que nos acercamos a un tiempo turbulento, con incógnitas preocupantes sobre el presente y futuro de España. La flagrante alteración de las normas, las leyes, las costumbres y tradiciones han irrumpido con fuerza en este Parlamento. Ya ocurrió en otras ocasiones de nuestra agitada historia, siempre con funestos resultados. No cabe algún destello de prudencia, de dignidad, de responsabilidad, de acatar la realidad que ha hecho posible cuarenta y cinco años de prosperidad, de alternancia pacífica entre distintos grupos e ideologías. Ahora irrumpe el despotismo sin límite, el camino más directo a la tiranía, Volvemos a la Corte de Los Prodigios, a esa España que no sabe encontrar la paz consigo misma.
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