Luces y Razones
Antonio Montero Alcaide
Navidad
Soy un sentimental, y cuando me hablan de corazones y lo unen al barrio donde pasé mi infancia, a la calle de la Almedina, Demóstenes, Galeno, todos nombres unidos a la historia y a la de mi niñez, no puedo por menos que sentir una tierna añoranza de las hogueras que hacíamos en la plaza, los noches de verano sentados en la puerta, unas veces escuchando la radio, otras viendo las primeras imágenes que nos traía un mundo desconocido a través de la tv, las más eran jugando con los hermanos, las mellizas, Alberto, Mari Trini, las hijas de doña Loreto, y el resto del vecindario juvenil.
Reconozco que últimamente no voy mucho por ese barrio, debería ir algo más, pero vivir en un pequeño pueblo de la periferia, donde la vida parece que se ha detenido sin ganas de avanzar, tiene bastante semejanza con el llamado casco histórico de Almería. La vida se fue perdiendo, los vecinos nos fuimos a los nuevos ensanches que abría la ciudad, y solo dejamos recuerdos entre sus estrechas calles, sus viejas casas y las personas que fuimos perdiendo a lo largo de los años.
Recuerdo que un año, no me pregunten cuál, debe hacer más de sesenta y cinco, se dijo que se iba a abrir un calle que, desde el Parque Nicolas Salmerón, entonces de José Antonio, iba a llegar hasta la puerta de la Alcazaba. Aquello levantó expectativas entre el personal. El barrio iba a encontrar una vía para unir la ciudad y el monumento en el que los críos íbamos a jugar tras la salida del colegio. No nos hablaron de corazones, ni uno ni dos. Quizás por eso la vía no se llevó a cabo, y la unión se quedó en agua de borrajas. Siempre me he preguntado qué era lo del agua de borrajas. Lo tengo que mirar en la red.
Ahora el ayuntamiento de María y Eloísa nos habla de dos corazones, no uno, dos, para el viejo barrio de mi niñez. ¡Qué bonito! Dos corazones. Dos hermosos corazones y arreglado el casco histórico de Almería. No me digan que no es bonito, hasta romántico podríamos decir, cuando se mezcla en el arreglo y las soluciones de los barrios el corazón. La solución para los mismos nunca se sabe si vendrá de esos corazones puestos sobre la calles, pero levantan el ánimo de los vecinos, a veces apagado por culpa del poco cariño que ellos creen tienen los rectores del ayuntamiento con su barrio. Los políticos nos van a poner dos corazones, dos, y con ello el barrio volverá a ser el de antes: aquella Almedina llena de vida, de color y de gente por sus calles.
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