Consumado el trágala

02 de enero 2025 - 03:07

Lo dijo un jovenzuelo poco viajado al saber que había dejado atrás el límite de la provincia de Almería y que había entrado en la de Granada: “Pues yo no he sentido nada”. Tal vez pensaba que tendría que haber sufrido una transformación interna o externa porque dejaba atrás una cierta entidad cuyo abandono suponía un cambio en el sujeto que traspasaba la “frontera” y sentir de otro modo en la nueva provincia. Pero no había verja, ni tampoco una raya en el suelo que indicara el cambio. Después de aquello, él ya lo sabe: lo de los límites no deja de ser una convención que podemos traspasar sin que nos pase nada. Algo similar a lo que me suele suceder la noche vieja. Dan las campanadas, me como las uvas con más o menos precipitación o semi-asfixia o atragantamiento, y al dar la última campanada estalla en los presentes con la boca llena una clara euforia y todo son abrazos y besos y un bosque de cuernecitos y matasuegras y una explosión de un mismo deseo: feliz año nuevo. Pero a no ser que haga un esfuerzo por sentirme eufórico me pasa como a aquel viajero: pues yo no he sentido nada. Acaban las campanadas, y nada. A despecho del ruido exterior ni me viene la euforia, ni pienso que tengo ante mí un cuaderno en blanco donde tendré la posibilidad de escribir una nueva página en mi vida como si las cosas empezaran de nuevo. A fin de cuentas, mi vida seguirá siendo un continuo respecto a lo que haya sido y vivido anteriormente. Ese nuevo año será una consecuencia de lo que haya hecho en tiempos pasados con una abierta conexión causa-efecto entre el antes y el después, y nada sucederá “ab ovo”, desde un nuevo germen. Pensar que será algo diferente a lo que “de antes” es una pura fantasía. El tránsito del 31 del XII al 1 del I no será algo diferente al paso que pueda haber entre el 20 y el 21 de agosto, pongamos por caso. Eso es así en las vidas individuales y en el ámbito colectivo. Los calendarios escolares, por ejemplo, son independientes de la Noche Vieja. El año agrícola tampoco tiene nada que ver con esta fecha. Creo que en el caso de la vida social una de las pocas veces que tenga sentido hacer esa especie de examen de conciencia es al tratar los presupuestos. Analizar cómo se han ejecutado los anteriores sí corresponde a estas fechas; y planificar, tras el correspondiente análisis crítico, qué hace en el año siguiente, también. Por lo demás, para mí como para Gramsci, cada noche es como una noche vieja y un año nuevo.

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