
Monticello
Víctor J. Vázquez
Una amnesia no sólo cristiana
El Diccionario de la lengua española no es una obra sospechosa de estar alineada políticamente, aunque las cuestiones del género gramatical quieran asociarse al discurso de género y se confundan las prescripciones de la gramática con las categorías del sexo, tenido este como condición orgánica, que no actividad sexual, si bien una lleve a la otra. Mas no nos desviemos de la cuasi neutralidad del Diccionario, pues también viene a cuento decir que este resulta de la avenencia de las veintitrés Academias de la Lengua Española (ASALE) constituidas en los países donde el español es lengua oficial. El Estado de las Autonomías, en la nación que da origen a tan extendido idioma, no tiene que ver con las bondades de la ASALE, ni la Constitución democrática con el Diccionario académico, pero mejor sería que en algo se aproximaran y los beneficios del léxico convenido pudieran justificar las virtudes del consenso político. Apurando la metáfora, los académicos reunidos en la sede de la madrileña calle Felipe IV, en el Retiro, no han de vérselas -ni usar pinganillos- con diatribas como las del rifirrafe parlamentario en la Carrera de San Jerónimo. Todo lo más, la cuestiones lingüísticas dan para debates quisquillosos, o exquisitos, entre preeminentes académicos que adquieren tal condición no por fidelidades inquebrantables y férrea disciplina de voto, sino por razón de su valía y méritos contraídos en el uso y cuidado de la lengua española. De modo que resultarían atractivos, a causa de la oratoria ilustrada, que no del sectarismo ignaro, debates parlamentarios de tono académico. Pues bien, utilizada la metáfora lingüística y política, un término del Diccionario se ha puesto de actualidad: “condonar”. Establece la Academia que su significado es el de “perdonar” o “remitir”, sea una pena de muerte o una deuda. Conviene, por eso, acudir también al concepto de “deuda pública”, que el mismo Diccionario define con precisión, pues se trata de la correspondiente al Estado u otra Administración Pública. Sin dejar las académicas páginas, “acreedor” es quien tiene derecho a que se le satisfaga una deuda, y sobra decir que “pagador” es quien la paga. Luego, semántica aplicada, las Comunidades Autónomas y el Estado son deudores -reparto y traspaso de deudas aparte-, solo los acreedores pueden condonar deudas, y no es necesario aplicar mucho la cabeza para saber quiénes serán los pagadores. Por cierto, sinónimos de “condonar” son “amnistiar” o “indultar”.
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