Cinema Paradiso

18 de julio 2024 - 03:09

Sólo una pared. Rugosa y algo irregular, pero es perfecta. No necesitamos nada más. Todos los veranos me cuesta montar el tinglado. Alargadera, una mesa de jardín, una escalera de aluminio medio oxidada calzada con dos cascotes de ladrillo, sobre un césped irregular al que le vendría bien un buen segado, unos altavoces con subwoofer de un ordenador viejo y un proyector del año de María Castaña, que necesita dos convertidores para poder conectarse a un portátil por la salida de mini HDMI.

Sillas de playa colocadas con esmero trazando un geométrico arco de dos, y hasta tres hileras frente a esa mágica pared, que todos los años se convierte en un lienzo privilegiado a la luz de unas farolas a las que dan ganas de silenciar a golpe de gatillo y mira telescópica.

Es agotador, pero compensa con creces el esfuerzo. 3 o 4 días antes calentando a la chavalería provocando intensos debates sobre qué ver este año. Que si una de terror y de mucho miedo de verdad, como siempre pide mi sobrina que no levanta 3 palmos del suelo, que si la última de Toy Story que solo la hemos visto 50 veces, o Resacón en las Vegas ¡que ya somos mayores! Un auténtico dèjá vu del que uno no se cansa, a pesar de que me cuesta quedarme a recoger de madrugada el tinglado tras una agotadora sesión de palomitas de microondas y gominolas que vuelan por los aires.

Ver a toda una pandilla de pequeños (y no tan pequeños ¿verdad abuela?) cinéfilos disfrutar de un momento como sacado de otros tiempos, mientras desde “él control técnico”, asistido por mis fieles vecinos se da cuenta de unas cervezas que saben a gloria no tiene precio. Mastercard podría hacer un anuncio con esto.

Y es que el verano acaba siendo eso. Una sucesión de pequeñas rutinas especiales. Rutinas repetitivas, pues se acaban poniendo las mismas películas una y otra vez, qué más da, y especiales porqué son momentos únicos.

Las terrazas de verano están a la baja por desgracia. En Almería al menos nos quedan las de Aguadulce, en las que ves una película mientras oyes cuatro. Y es una lástima en mi opinión. Aunque afortunadamente, algunas experiencias recientes, como el cine de verano de Wowhaus Architecture Bureau en un parque de Moscú, parecen resistirse a claudicar a estos tiempos modernos de gafas de realidad aumentada envolvente. Aún hay algo de esperanza.

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