
La Rambla
Julio Gonzálvez
Pareces más joven
La leja
El número cinco ha marcado mi vida de una manera que jamás nunca hubiera imaginado. Inicié este año 2025 en shock enfrentando el cambio más doloroso de todo lo que te puedes imaginar a principios de un año: la pérdida del amor de mi vida, el fallecimiento de mi marido, después de maravillosos veinticinco años de un matrimonio lleno de amor, pasión, risas y demasiada complicidad.
La coincidencia me estremece, porque tanto él como mi padre partieron de este mundo un día cinco, y además en fechas de fiestas muy señaladas, como si ese número estuviera ligado a mis mayores despedidas de los dos grandes hombres más importantes que han guiado mi vida hasta ahora.
En mi tristeza he querido investigar qué significa realmente el número cinco y en diversas culturas y creencias, este número es símbolo de transformación, libertad y evolución. Representa los cinco sentidos, las cinco extremidades del cuerpo humano y el equilibrio entre lo material y lo espiritual. Es el número del cambio, del aprendizaje y de la necesidad de adaptación.
En el Nuevo Testamento, el número cinco continúa simbolizando la gracia y la provisión divina, tiene un gran significado espiritual. Este número es poderoso en las Escrituras porque simboliza la bondad de Dios y el buen favor hacia la humanidad, ya que está asociado con las oraciones y la fe en hebreo. Un ejemplo notable es el milagro de la alimentación de los cinco mil, donde Jesús usó con cinco panes para alimentar a una multitud. (Juan 6:1-14).
La numerología según Pitágoras, filósofo y matemático griego, es un antiguo sistema que busca comprender la influencia de los números en los seres vivos y en las fuerzas físicas o espirituales. Aunque hoy el dolor me abruma, este número no solo representa la pérdida, sino también la posibilidad de renacer. No es casualidad que el cinco también sea símbolo de movimiento, de nuevos comienzos, de la capacidad de reconstruirnos tras las tormentas.
En mi historia personal, este número ha sido testigo de momentos de amor y de despedida. En mi familia nuclear éramos cinco y mi hijo pequeño nació en un año terminado en cinco. Mi esposo y yo construimos una familia con tres maravillosos hijos, frutos de un amor incondicional que seguirá vivo en cada uno de nosotros. Y aunque ahora el vacío parezca inmenso, sé que el legado de amor que él nos dejó será la fuerza que me ayude a seguir adelante.
Este artículo es mi manera de transformar mi grandioso dolor en palabras, de encontrar sentido en medio de la ausencia. Porque, aunque el número cinco me haya traído trágicas despedidas, también me recuerda que sigo aquí, que debo de aceptar su pérdida y que aún hay caminos por recorrer con mis hijos porque el amor trasciende el tiempo y el espacio.
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