Chequeo a las obras del AVE

Después de años de lucha estamos en la seda de la vía sobre la que se deslizan las obras y los gastos acorde con la inmensidad del proyecto

El jueves se producía el 7º chequeo de las obras por parte de ObjetivoAlmeríaAVE. Una plataforma liderada por la Cámara de Comercio, de la que forma parte la sociedad civil, empresas y organismos de la provincia, empeñada en concienciar al Ministerio de Fomento (ahora Transportes y Movilidad Sostenible) y al Gobierno de la necesidad de hacer la equipación, cumplir los plazos y acabar con el abandono, secular, que en esta materia sufre esta tierra desde tiempos inmemoriales. Pero eso ya no es importante. El pasado es incapaz de modificar nada, pero si alberga la memoria suficiente como para concienciar a aquellos que rigen nuestros destinos de la necesidad de abordar los trabajos con celeridad, con criterio y desde la perspectiva social y económica de una provincia que aporta más que recibe. Ya nos toca avanzar en la línea marcada a sangre y fuego por quienes abrieron una espita hace cuarenta años, reivindicando infraestructuras dignas para la provincia de Almería, que iban desde las autovías, a los trenes, pasando por comunicaciones modernas y ágiles por vía aérea y marítima. Los pioneros, muchos de ellos ya no están con nosotros, entendieron en el último tercio del siglo pasado que el crecimiento vertiginoso que se producía en Almería debía consolidarse dotando a esta tierra de los mecanismos y medios necesarios que lo consolidasen. Venir hasta aquí no debía, ni debe ser, un ejercicio de voluntarismo y casi prestidigitación, sino que el deseo se cumpla con la misma celeridad, o casi, de siempre, para que sea para quienes nos visiten cómodo, ágil y, si me apuran, hasta placentero. Pero en la misma medida ese proceso debe ser dinámico para los que desde la provincia, los pioneros de los que les hablo, empresarios y sociedaad civil en general, puedan viajar por el resto del mundo con la facilidad que tienen otras tierras con menos empaque y desarrollo que nosotros, pero quizá lucharon más o se lo encontraron hecho. Eso ya no importa. Las autovías se lograron, cinceladas a golpe de martillo sobre un yunque. Ahora es el turno del tren de alta velocidad. Después de años y años de lucha, de presión -no de todos por igual, todo sea dicho- nos encontramos en la senda de la vía sobre la que se deslizan las obras y los gastos en consecuencia y acordes con la inmensidad del proyecto. No es fácil, todos lo sabemos, pero no lo es menos entender hasta que punto la sociedad se ha involucrado en un ojetivo común: acabar con el abandono centenario, las siete horas de tren a Madrid, las averías frecuentes y el transporte convertido en un suplicio.Cuando los plazos se cumplen todos debemos alegrarnos. Pero entiendo y comparto la necesidad de estar ojo avizor para que nada ni nadie permita que el tren que un día nos debe unir con Madrid se salga de la vía dibujada o descarrile por la falta de presión o de desinterés de los que aquí vivimos.

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