Vía Augusta
Alberto Grimaldi
‘Informe caritas’
Tribuna
Hay hechos y acontecimientos en la vida de las personas que no se olvidan. Desde que ocurrió la riada del 19 de octubre de 1973 todos los años recuerdo la fecha. Es algo que no se puede olvidar, y eso que yo tenía ocho años. Fue el año que hice mi primera comunión, en mayo, que de hecho casi no la hago porque unos días antes para encender la cafetera del bar de mis padres, casi me quemo los ojos. Eso fue un susto, en un año muy marcado e inolvidable.
En mi casa de Arboleas, en el bar estábamos mi madre, mi hermana Asunción con 3 años y yo. Mi padre entonces trabajaba como emigrante en Suiza. El día 19 llevaba horas y horas lloviendo. El cielo amenazaba mucha agua. Y de hecho así fue. Llovió mucho y nos asomábamos a una loma al lado de mi casa para escuchar como pasaba al fondo el río Almanzora, con unos sonidos que daban miedo. Arrastraba de todo, y es más, llevaba un caudal jamás visto. Tengo que recordar que Arboleas, el casco urbano, se libró de desaparecer gracias al Peñón de la Mina, a unos 500 metros en el río. Ese peñón hizo que se desviara el agua y arrasara todo el campo de limoneros y naranjos que había.
Era media mañana cuando avisé a mi madre, Asunción que el bar se estaba inundando. Mi madre no sabía por donde entraba el agua. Luego descubrimos que en una pared cuando se construyó entre bloques pusieron un pegote de yeso. La presión hizo que se abriera un agujero y entrara el agua hasta el nivel del portal que era por donde salía. Un local con siete habitaciones todas con 20 centímetros de agua en la pared. Mi madre me gritaba: “Nene súbete en la cama, pilla a tu hermana, y no te bajes”. La cama a modo de barco, hizo que contemplara una imagen que jamás he olvidado, sobre todo para un crío de ocho años. “Los zapatos y las chanclas y algún calcetín pasaban flotando por el lado de la cama”. Impresionante.
Una vez que vecinos y familiares pudieron reducir el agua y limpiar el bar, empezaron a llegar camioneros porque no podían seguir su ruta. En Albox, el puente de la media Legua que conectaba Arboleas con Albox había desaparecido. En Overa el puente metálico de Santa Bárbara, quien lo diría que estaba a una altura considerable del cauce, el agua lo engulló y apareció varios kilómetros más abajo en el cauce. El transporte se paralizó. Allí hicieron noche en sus camiones todos ellos, mientras en casa no se pegó un ojo. Todos pendientes de las noticias.
Muy cerca aunque de la provincia de Murcia, por la radio nos llegaban noticias muy tristes, noticias de Puerto Lumbreras, donde teníamos amigos. Había muchísimos muertos. Aquella noche durmieron en mi casa, o intentaron dormir, varios miembros de la familia Pleguezuelo que se quedaron aislados. Pasaron los años y siempre se recordó esa noche como ninguna otra.
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