Un carrerón

En tránsito

22 de marzo 2025 - 03:08

El otro día, en el autobús, dos señoras estaban hablando de la “querida de Ábalos” –así la llamaron–, cosa muy normal porque no hay nada que excite más la curiosidad de la gente que esa historia de ministro con querida contratada y contentada con cargo al contribuyente. La historia de Ábalos parece salida de las sórdidas páginas de La novela de un literato, las memorias del gran Cansinos-Asséns que cuentan las trapacerías que estaban dispuestos a cometer todos los poetastros y currinches que pululaban por el Madrid anterior a la guerra civil. Los recursos de aquellos hampones llegaban a tal nivel de virtuosismo que Cansinos contaba la historia de un poeta de quinta fila que falsificó una genealogía nobiliaria para convencer a un naviero de Bilbao de que tenía derecho a proclamarse rey de Albania. El naviero se lo creyó, y cuando se disponía a comprarse su corona y su cetro apareció en Málaga otro supuesto pretendiente al trono de Albania que también poseía su genealogía falsificada. El naviero, al ver que tendría que pleitear por sus derechos dinásticos, se asustó y se volvió a Bilbao. El poetastro nunca pudo perdonarle aquella falta de fe monárquica: “Este hombre es un miserable –dijo–. Lo quise hacer rey, pero no es digno de ceñir una corona”.

Por desgracia, el nivel de nuestros tunantes y buscavidas ha decaído mucho. Digamos que las nuevas circunstancias les han facilitado tanto la tarea que prácticamente no tienen que hacer nada. Y ahora ya no necesitan hacerle creer a un naviero de Bilbao que es el rey de Albania, sino que les basta con afiliarse a un partido político y dejar que la cosa funcione por sí sola. Y ahí, claro, tenemos el caso del buen Ábalos, quien sólo ha trabajado –según nos cuenta la Wikipedia– durante tres meses a lo largo de su larga y fecunda carrera política. Y fue en un lejano 1981 cuando nuestro hombre –de profesión maestro de primaria- dio clases de Educación Física en un colegio de Cuart de Poblet. Sí, han leído bien: ¡tres meses! Pero la política lo llamó por la senda del servicio público, así que dijo adiós a las clases de gimnasia y un buen día, casi 40 años más tarde, apareció como portavoz del PSOE en el Congreso de los Diputados, luego llegó a Secretario de Organización y por fin a Ministro de Fomento. Un carrerón. Si no llegó a Rey de Albania, es que le faltó tiempo.

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