El Pingurucho
Adriana Valverde
Vivienda. Ya
Luces y razones
Los caminos de la vida pueden ser pedregosos, ciertamente, aunque en modo alguno quepa asimilar recorrerlos con el peso de los años que en el asiento del carrito de los niños pequeños. El peso de los años tiene algo de metafórico, pues en la doméstica balanza se pesa quien los cumple, que no los años cumplidos. Claro está, asimismo, que el peso no es solo una medida, sino un estado del cuerpo, y del alma, tomado por la preocupación, incluso por las limitaciones del cansancio, o debido a la carga de las responsabilidades o cometidos que no pueden soslayarse. Un carrito entre el campo agreste, como en la imagen captada por el buen tino del fotógrafo, parece trastocar las correspondencias con las que se sostiene lo ordinario, ya que lo habitual, y hasta aconsejable, es llevar de paseo a los pequeños por la más cómoda y segura estancia de los parques y jardines. Únase a esta desacostumbrada presencia que el carrito aparece solo, mas no se diría que abandonado, para presumir que, interrumpido, o inexistente, el camino, el paseo siga con el niño en brazos, a fin de descubrir ignotos rincones del campo. Al cabo, inferirse puede también que no siempre hay caminos practicables en el uso acostumbrado, ya porque no debieron tomarse, si es que lo parecían, ya porque dejan de ser caminos cuando la costumbre no los usa, solitario carrito aparte.
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