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Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Binomio maldito
Los muy cafeteros estarán felices al saber que tomar café es buenísimo para la salud. Tomar de dos a cinco tazas diarias dicen que previene enfermedades cardiovasculares, alarga la vida y hasta apuntan que ralentiza la miopía en los niños. Vamos, que si no cura la alopecia es por no competir con las clínicas turcas. Los medios de comunicación llevan semanas destacando y comentando los resultados de un estudio científico británico que, curiosamente, no es tan reciente: se publicó en 2022 en el “European Journal of Preventive Cardiology”. Se ve que alguien lo ha traducido ahora. No he podido enterarme de quién lo ha financiado, lo cual sería interesante porque algún mal pensado se acordará de los estudios sobre el tabaco, financiados por las tabaqueras de EEUU, que concluían que era bueno para el alzhéimer y otros problemillas semejantes. Hasta ahora sabíamos que la cafeína es un poderoso estimulante que consigue que millones de humanos se pongan en marcha recién levantados después de una noche de sueño escaso. O que se repongan de la resaca de cubatas. O que puedan quedarse a estudiar las noches anteriores a los exámenes. Muchos pensaban que el café no era bueno para la hipertensión y los infartos, pero andaban muy errados.
Para completar los datos de ese estudio conviene saber que no es lo mismo la infusión que el expreso, ni es lo mismo elaborarlos con cafés del tipo arábica que con la variedad robusta. Aparte de mejor sabor y aroma, los cafés arábicas tienen la mitad o menos de cafeína. Y los criados en zonas montañosas tienen aún menos cafeína y mucho mejor aroma, por ejemplo, el jamaicano Blue Mountain o el Kenia AA. Ambos se cultivan en alturas entre 1.000 y 2.000 metros. Naturalmente, son mucho más caros, 70 €/kg o más. Pero sin llegar a esos precios, tenemos en el mercado buenas opciones. En Almería, Cofesa elabora un estupendo “Arábica Gran Altura” a 23 €/kilo. Además, claro, hay que usar un agua de calidad y una máquina en condiciones de presión y temperatura. Aunque los catadores profesionales que califican los cafés siempre los hacen en infusión, no en las máquinas italianas a presión. En otro sitio he contado que en la embajada de Brasil en Madrid, hace muchos años, hacían la infusión poniendo una taza de café recién molido por cada taza de agua. No sé si lo seguirán haciendo igual.
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